Julio Cobos lo comparó con Sergio Ramos. Rai Rosa dijo que iba a dejar de ponerlo porque si no se lo iban a quitar en diciembre. Él se toma con buen humor ambas declaraciones. Es Patxi Dávila, el lateral pichichi, autor de tres goles en cuatro jornadas, todos los que ha marcado el Coria, que tiene otros dos más en su casillero, aunque se los hizo en propia puerta, el San Roque.

«Ahora soy yo el que los está marcando, pero trabajamos para que los meta todo el equipo», dice él, que ya destacó la pasada temporada en el Diocesano y que en verano se marchó al Coria. «Creo que soy una apuesta de Rai y estoy intentando devolverle la confianza que él ha depositado en mí», agrega.

 Quizás eso explica el abrazo que le dio a Rai tras marcar el 1-1 en el Príncipe Felipe, un duelo donde también fue protagonista negativo al facilitar el gol del Cacereño con un error suyo. «Ese abrazo es porque este equipo está muy unido, es una piña y qué mejor que celebrarlo con la cabeza que nos lleva, el entrenador. Creo que refleja lo que somos, un gran grupo».

Lateral zurdo, no es muy alto, pero es el terror de los rivales en las jugadas a balón parado. «Es de esos jugadores que no son excesivamente altos, pero que miden muy bien el salto, saben esperar, entran muy bien», lo definía Cobos, preparador del Cacereño, que recordaba que la temporada pasada ya les hizo un gol igual que el del pasado domingo.

¿Secreto? «Ninguno», dice, solo el trabajo. «Ensayamos mucho las jugadas a balón parado y tenemos un cuerpo técnico que lo hace muy bien. Y hay muy buenos lanzadores. Hay muchas cosas detrás, no solo mi remate. Es una cosa de todo el equipo», apunta con humildad este futbolista que nació en Castellón un 8 de enero de 1997 y que tiene lazos familiares en Quintana de la Serena. 

«En las acciones a balón parado tiene ese instinto que le permite atacar muy bien ese espacio», afirmaba Rai. «Y luego está Sergio Gómez, que tiene un guante en el pie». Contaba el domingo el técnico celeste que están trabajando mucho este tipo de acciones «para que los bajitos sean los que rematen. Ahora está siendo Patxi, pero también hemos tenido situaciones para que Juanjo, que también va muy bien, o Erik puedan materializarlas».

Más intensidad

Feliz en Coria, donde camparte piso con Erik, a Patxi Dávila se le ve con ganas de disfrutar el momento. El curso pasado reconocía que quería jugar en Segunda B y ahí está ahora, demostrando unas dotes que un escalón más abajo ya conocen bien. «Esta categoría es más intensa y es muy importante no cometer errores, porque salen muy caros. En Tercera los errores no penalizan tanto».

Con la humildad por bandera, Patxi asume que tendrán que sufrir para conseguir el objetivo de la permanencia, aunque tampoco descarta poder mirar en algún momento más arriba. Eso sí, eso será «cuando la permanencia esté asegurada, hay que tener siempre los pies en el suelo».

Pero la felicidad de este defensa goleador no es cien por cien completa. Desde que comenzó la temporada sufre calambres en las rectas finales de los partidos. «Lo estamos observando. Yo soy un jugador que me cuido mucho, que tengo una nutricionista detrás y estamos viendo de dónde puede venir el problema, porque nunca antes lo había sufrido». La próxima prueba será el domingo en La Isla ante el Villanovense, que llega con su amigo Samu Hurtado, con el que coincidió en el Extremadura B. «Va a ser bonito».