Escudriñando un poco en su historial, es palmario que ama el fútbol (es árbitro de Segunda RFEF) y también el karate. Jayro Muñoz García (Navalmoral de la Mata, 24-7-1997) es un tipo inquieto con sus aficiones-debilidades y le pone una incuestionable pasión a todo lo que hace en relación a su bipolaridad deportiva bien entendida. Durante los últimos dos años ha hecho un trabajo de investigación muy especial: el árbol genealógico del karate en Extremadura, refrendado en la pandemia con mucha lectura y «centenares de llamadas», explica el protagonista. Hasta 1975, en Cáceres, y con Domingo Martínez de protagonista, no llegaría este deporte a la región, según su estudio, que culmina en el Campo Arañuelo y su contexto.
"Soy karateca desde que nací”, dice Muñoz. El origen es evidente: “desde pequeño adquirí las enseñanzas de Alfredo Golpe de manera indirecta, gracias a mi padre, Julián Muñoz, y luego sobre el tatami por mi sensei”, ambos alumnos del propio Alfredo en el dojo Wado Kan. Alfredo, fallecido en 2020, le ha marcado «de por vida» porque, afirma, «su filosofía de vida sigue latiendo en mí cada día más fuerte».
Jayro acumula diez años de clases de Daniel Fernández en el Gimnasio Miguel Ángel de Navalmoral de la Mata, ostentando ya el grado de Cinturón Negro Primer Dan. Todo ello le ha convencido de algo bien sencillo: “sentía la necesidad de realizar este árbol genealógico, puesto que para mí es necesario saber de dónde se viene para saber dónde ir. Además, con ello devuelvo al karate una pequeña parte de lo que me ha dado», no duda en asegurar.
En un concienzudo análisis, Muñoz pone en antecedente a sus hipotéticos lectores que el karate nació en la isla de Okinawa, entre China y Japón. Era el siglo XIV y ahí está el origen, el To-De, un arte marcial autóctono, que derivó en el Kobudo y en el To-Te a mediados del XVIII. En el XIX, y aún con Okinawa como centro neurálgico y diferentes evoluciones, se puede hablar al final del nacimiento del karate. En 1965, llegan a España un buen número de maestros japoneses, que expandirían este deporte especialmente en Madrid.
A Extremadura no llegaría hasta 1975, cuando Domingo Martínez, natural de Ibahernando, fundó el dojo Shotokan ‘Ichi’ en la cacereña avenida de Hernán Cortés. «Aprendió el estilo Shotokan durante su estancia en Pamplona, de manos de José María Saldaña», que a su vez había bebido de las mejores fuentes, con Mitsusuke Harada en París, quien a su vez recibiría enseñanzas de varios alumnos del fundador del estilo, Gichin Funakoshi, padre del karate moderno.
Llegarían otros estilos después. En 1977, el citado Alfredo Golpe fundaría el dojo Wado Kan, en la calle Benito Pérez Galdós en Navalmoral. En 1983, Daniel Timón, el eterno presidente de la Federación Extremeña, formado en el dojo Vista Alegre de Madrid con Antonio Torres, crearía el dojo Seiryú, en la calle Orellana de Villanueva de la Vera, impartiendo el Shito-Ryu. En 1989, Antonio Andrés, alumno de Andrés Congregado en Talavera de la Reina, pondría en pie el dojo Goju-Ryu, en el número 14 de la calle Francisco Pizarro de Trujillo. La Federación Extremeña funciona oficialmente desde el 10 de marzo de 1988. Desde entonces... mucho que contar.