Campanas de alegría, tambores de dudas. Las primeras repican en los mercados porque el rescate de Irlanda parece ya ineludible para el renuente Gobierno celta. El propio banco central del país se lo advirtió ayer y el Ejecutivo dio muestras de estar empezando a hincar la rodilla, al menos la que sustenta a sus virtualmente quebrados bancos.

Pero los de siempre empiezan a tañer sus tambores de guerra, y otra vez apuntan hacia España. El Finantial Times se hacía ayer eco de las dudas de varios hedge fund sobre la capacidad del país de evitar el contagio y le auguraban una situación crítica en el primer trimestre del 2011. Dicho así, podrían parecer imparciales críticos externos, pero ellos también son actores en este teatro. Y más que emitir un juicio, señalan la diana.

Las apuestas a la baja contra el euro lo atestiguan. Paradójicamente, la multimillonaria inyección de liquidez de la Reserva Federal a la economía estadounidense, tan criticada en Europa, podría venirnos bien al debilitar al dólar, ya que un euro barato obliga a los estados a pagar más para colocar su deuda.

El final del túnel irlandés provocó ayer que la moneda común subiese hasta los 1,36 dólares. Buena noticia que corrió paralela a la mejora de los diferenciales de la deuda de los países de la periferia europea. El del bono español con el alemán de referencia bajó hasta los 201 puntos básicos. Pero la cosa no está ni mucho menos solucionada.

Algunos expertos temen que la negociación con Irlanda se prolongue y vuelva la tensión. Y el mar de fondo sigue moviéndose en sentido desfavorable para España: el Tesoro colocó ayer 3.654 millones de euros en deuda a largo plazo, pero tuvo que ofrecer unos intereses entre el 8% y el 11% más elevados que en la subasta anterior para convencer a los inversores. Bien es cierto que en la víspera Portugal tuvo que pagar el 47% más. Pero el Gobierno no debe verlo claro, afirme lo que afirme, porque sigue prometiendo reformas y austeridad, como hizo ayer el presidente.

Estas preocupaciones de medio plazo, con todo, no estuvieron en la mente de los inversores, que en estos días inciertos prefieren vivir al día. El Ibex 35 se apuntó un ascenso del 1,33%, hasta los 10.325,3 puntos, un alza menor que la media europea (1,9%), si bien es cierto que en la víspera se había comportado mejor que los principales indicadores del continente. Fue relevante en el alza el buen comportamiento de las empresas más grandes del selectivo.