Parafraseando a Josep Antoni Duran Lleida, hoy el PSOE y el PP se guisarán y se comerán, con la única compañía del diputado de Unión del Pueblo Navarro, nada menos que la primera reforma constitucional de peso desde 1978. Los nacionalistas catalanes y vascos, junto a los grupos a la izquierda del PSOE, no apoyarán esta modificación, que consagra, esculpida en la Carta Magna, la doctrina del déficit (casi) cero. Pero a diferencia del resto de formaciones, CiU, que ha exhibido estos días una actitud constructiva presentando enmiendas y poniendo condiciones para que el texto respete el autogobierno financiero, probablemente se abstendrá.

No hará como el martes pasado, cuando de forma inédita ni participó en la votación. Con toda probabilidad tampoco dirá no, porque en breve el Gobierno catalán necesitará colocar deuda ante los mercados, y no quiere aparecer hoy al lado de posiciones de izquierda antiliberal. En cualquier caso, la federación nacionalista tampoco apoyará en ningún caso la reforma. Y lo hará con un discurso en la línea del ensayado ayer por Duran Lleida y sobre todo Artur Mas: cambio de ciclo en las relaciones Cataluña-España.

Las voces netamente independentistas del Govern , del partido y del grupo de CiU en el Parlamento catalán creen que esta reforma constitucional es lo que ayer definió Mas como un motivo de "alejamiento" de Cataluña respecto al conjunto del país. "Se nos está sacando del espíritu de la Constitución", sostuvo el president, constatado lo infructuoso de las negociaciones de ayer de los nacionalistas con PP y PSOE.

"Están mareando la perdiz", dijo sobre CiU un diputado popular implicado en las conversaciones. "Teniendo en cuenta sus enmiendas, es casi imposible que los sumemos al acuerdo", señalaron fuentes socialistas, que explicaron, además, que el pasado martes, antes del debate para la toma en consideración de la reforma, los nacionalistas se comprometieron a abstenerse, aunque al final no votaron.

LAS HERIDAS Mientras tanto, el PSOE, la formación que más está pagando el desgaste de esta reforma, intenta curarse las heridas. Si el lunes actuó en el plano interno, ayer lo hizo en el externo. Según admiten los cargos del partido, muchos de sus votantes tradicionales no acaban de compartir que la modificación constitucional se lleve a cabo sin referendo. El portavoz del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, explicó que al Ejecutivo y al partido le hubiera "gustado" llevar a cabo esa consulta, pero que en un momento como este, con la economía española asomándose al precipicio, hay que actuar rápido. De lo contrario, continuó, la iniciativa, recomendada por Alemania y Francia, no habría servido.

"Esta medida será eficaz si la resolvemos deprisa --dijo Blanco en la cadena SER--. Dado que estamos en una situación grave que exige respuestas rápidas, no vamos a transferir a los ciudadanos la responsabilidad que tenemos que asumir. Y ellos juzgarán la responsabilidad de quien ha tenido que asumir esta decisión". Será el próximo 20 de noviembre, fecha de las generales. Si 35 diputados o 26 senadores se ponen de acuerdo en pedir la consulta, ese día podría celebrarse también el referendo.

Pero ahora mismo resulta muy improbable que los prorreferendo sumen esos apoyos en alguna de las dos cámaras. A los minoritarios solo les queda la protesta, que se llevará a cabo hoy en forma de estampida, pues los representantes de IU, ICV y ERC se marcharán del hemiciclo justo antes de que se vaya a votar la modificación. "Es un golpe bipartidista a la Constitución", opinó Gaspar Llamazares, de IU. ERC y PNV aprovecharon sus enmiendas para pedir el derecho de autodeterminación. Enmiendas que no fueron aceptadas porque afectan al título preliminar de la Carta Magna.