Como si de una prueba de obstáculos se tratara, pero con la vida perpetuamente en juego. Así discurre en los últimos años la supervivencia del sector tabaquero extremeño, que vuelve a mirar con temor a Bruselas ante la posibilidad de que una nueva medida contra el tabaquismo pueda dar la puntilla a la producción del tabaco de la variedad burley.

La capital belga acoge hoy una reunión del Grupo de Trabajo de Salud Pública del Consejo de la Unión Europea. Sobre la mesa está la elaboración del Convenio Marco sobre el Control del Tabaco, una normativa que puede restringir el uso de determinados ingredientes en la elaboración de cigarrillos. Concretamente podría afectar a la utilización de tabacos burley para la fabricación de cigarrillos rubios del tipo American Blend , que se elaboran mezclando tabaco virginia, burley y oriental. Si esta restricción sale adelante, marcas como Marlboro, Winston o Fortuna tendrán que dejar de usar la variedad burley, con el impacto económico que esto supondría para Extremadura.

El burley representa el 15% de la producción total de hoja de tabaco en la región, pero su cultivo está concentrado en pequeñas fincas que emplean al 40% del total de agricultores dedicados a este producto. Esto supone que 760 familias se dedican en Extremadura al cultivo de 4 millones de kilos de este tipo de tabaco. A ellas hay que sumar otros 400 productores repartidos por explotaciones de Granada y León. Es decir, la mitad de los tabaqueros españoles cultiva esta variedad. Además, las dos industrias de primera transformación existentes en España, Cetarsa y Agroexpansión --ambas con plantas productivas en Extremadura--, procesan burley: en torno a dos millones de kilos anuales cada una.

Pero la variedad tiene más amenazas. Además del riesgo que pende sobre el burley utilizado para fabricar cigarrillos rubios (burley E), también el destinado a elaborar cigarrillos negros (como los Ducados) tiene su futuro comprometido. En este caso, por el descenso de la demanda. Su consumo ha caído en torno al 75% en los últimos años. Consecuentemente, Cetarsa va a cerrar su planta de fermentación de tabaco burley de Coria, y Altadis, la única cigarrera presente en la región, ha recortado a la mitad su plantilla de la fábrica de lías de Palazuelo (Malpartida de Plasencia) y ha advertido a la Junta de Extremadura de que, si la demanda sigue bajando, podría cerrarla.

Ante esta situación, los productores instan al Ministerio de Sanidad a defender en Bruselas los intereses económicos y de empleo del sector tabaquero español. Piden que Europa no restrinja el uso del burley en la fabricación de los cigarrillos rubios, que es lo que ya ha hecho Canadá. Si eso ocurre, cientos de puestos de trabajo estarían en el aire, dada la especialización que requiere la producción de esta variedad de tabaco. Desde el ministerio piden prudencia y aseguran que el documento está aún en fase inicial de elaboración: "son reuniones de la fase preparatoria, de debate. Hasta noviembre no habrá una posición firme", apuntan. Por tanto, el sector tiene por delante cinco meses más de incertidumbre.