La plaza, completa; la subida al Arco de la Estrella, a rebosar; los accesos por Pintores, Gran Vía y Ezponda, repletos de viandantes en busca de un hueco; las terrazas superiores, llenas; las calles aledañas, un trasiego continuo... Si Cáceres ha vivido de forma masiva su primera Semana Santa declarada de Interés Turístico Internacional, ese respaldo se hizo ayer aún más evidente durante la última procesión, que congregó a una multitud en el Encuentro entre Cristo Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría. La plaza Mayor, con la bandeja, tenía capacidad para unos 5.000 asistentes, pero ha ganado espacio "y esta mañana hemos calculado aproximadamente 6.000 personas", indicó ayer el edil de Seguridad, Carlos Jurado.

El Domingo de Resurrección siempre llena la plaza de cacereños y visitantes. Pero este año ha sido excepcional. La ciudad tenía ganas de procesiones tras las seis suspensiones consecutivas de Jueves y Viernes Santo, y el aliciente del título internacional no ha hecho más que avivar tal anhelo. En las calles, los numerosos turistas (los hoteles estaban completos) también querían conocer esa Pasión que se ha quedado en los templos. Por ello, desde que la Ilustre y Real Cofradía de la Soledad traspasó ayer el umbral de su ermita, los tambores supusieron un reclamo para miles de personas, que confluyeron en la plaza.

La última procesión cacereña es muy especial. El recogimiento de los días centrales de la Pasióndeja paso a un cortejo alegre, y las vestimentas oscuras se vuelven blancas. Pese a los problemas que se temían desde hace meses con la salida de estos pasos, por la proximidad de la nueva fuente y del mobiliario urbano (una parte se ha retirado estos días), los jefes de paso, Javier Sellers al frente del Cristo ayudado por Jesús Teomiro, y Jesús León y Manuel Villar con la Virgen, lograron sacar las imágenes sin problemas. Se trata de uno de los pórticos más complejos de la Semana Santa cacereña, por el fuerte desnivel de la ermita.

Una vez en la calle, la imagen de Cristo Resucitado, con la bandera del triunfo ante la muerte, se dirigió hacia los adarves. Nuestra Señora de la Alegría, con largo manto dorado, tomó el camino de Hornos, Gallegos y San Juan, rodeada de liliums, rosas y gerberas frescas.

A la una, los dos cortejos estaban entrando en la plaza y miles de personas seguían atentas el avance de los cofrades hacia la altura de General Ezponda. Las imágenes iniciaron su tradicional acercamiento, despacio, en silencio, sin horquillas ni música para escuchar solo las indicaciones de los jefes de paso. Cuando por fin se produjo el Encuentro... "¡Arriba!" Las imágenes se alzaron a pulso y la multitud rompió en aplausos, mientras volaban globos, palomas y pétalos, y las campanas repicaban.

Las dos procesiones se unieron en una de regreso a su ermita, y con ella concluyó la Semana Santa, primera de rango internacional. El año que viene se celebrará el nuevo título con más previsión y nadie descarta una Magna con todas las cofradías, aunque su dificultad siempre es máxima. El tiempo lo dirá.