El 27 de septiembre del año 1985 tuvo lugar la inauguración oficial del colegio público de Educación Infantil y Primaria Juan XXIII, ubicado en el barrio emeritense de San Juan, y que se configura como un centro educativo histórico de la ciudad, ya que para conocer su verdadera historia hay que remontarse a los años sesenta.

A comienzos de esta década empezó a configurarse la barriada con familias procedentes de los pueblos próximos a la capital extremeña, como Mirandilla, Esparragalejo o Valverde de Mérida. Con el paso de los años, la construcción de las viviendas fue dando paso a un núcleo de población más extenso en el que vivían matrimonios jóvenes con muchos hijos, que tenían la necesidad de ofrecerles una educación digna, pero por aquel entonces existían muchas dificultades para la escolarización.

El párroco de la parroquia de San Francisco de Sales (La Paz), a la que pertenecía el barrio, decidió promover junto con los padres la construcción de un colegio en régimen de patronato, que daría lugar al denominado Patronato Diocesano Juan XXIII. De esta forma, gracias a la donación que hizo un agricultor apodado 'Chicharín' de un solar en la calle San Lucas número 16 y a la mano de obra que corrió a cargo de los propios vecinos, se fue pudo levantar el edificio.

En el curso escolar 1967-68 comenzó a funcionar como Patronato, que proponía a los maestros, y que a su vez eran pagados por el Ministerio. La enseñanza era gratuita, salvo para quienes no habían participado en las labores de construcción o habían llegado al barrio más tarde y tenían que abonar 500 pesetas por cada hijo matriculado. Si el patronato inició su andadura con unos 200 alumnos, a los pocos años este número se duplicó y hubo que buscar nuevas aulas para reubicarlos hasta que finalmente se hizo imposible continuar en el local de San Lucas.

Ante esta situación, la Inspección Técnica de Educación decidió encargar al ayuntamiento la cesión de un solar para construir un nuevo colegio. Fue así cuando en abril de 1985 se produjo el traslado al edificó actual, aunque la inauguración no se produciría hasta meses más tarde. El colegio contaba con dos unidades de Educación Infantil, dos de ciclo inicial, cuatro de ciclo medio y siete de ciclo superior, este último más numeroso por la acogida de alumnado de San Pedro de Mérida y Trujillanos.

La implantación gradual de la EGB a la ESO comenzó en el año 96-97, hasta que en el curso 2002-03 se marcharon los alumnos al instituto. Desde entonces, el descenso de los escolares ha sido imparable, ya que este año han tenido a 59 alumnos matriculados. El director del centro, José Luis Hernández, indica que la pérdida de escolares se fraguó con la instauración de la ESO, a lo que se sumó la eliminación del transporte escolar, el envejecimiento progresivo de las familias del barrio, así como la fuerte competencia de otros colegios que están por la misma zona.

"El colegio tiene muy buenas instalaciones, con un profesorado que es igual de profesional que en otros centros, pero lo que nosotros queremos y necesitamos son alumnos", sostiene el responsable del Juan XXIII. De hecho, el tener tantas aulas sobrantes posibilita que se aprovechen para impartir otras materias: música, informática, invernadero, pizarras digitales, ajedrez, taller de manualidades o biblioteca. En esta línea, cabe destacar que el próximo curso académico se iniciará con 11 profesores, cuatro de ellos itinerantes, y con una media de unos diez estudiantes por clase.

La enseñanza del inglés se ha configurado como uno de los puntos clave de la oferta académica, ya que cuenta con una una sección bilingüe en primero, segundo y tercero de Primaria, con dos horas de inglés semanal en Conocimiento del Medio y Matemáticas impartidas por un auxiliar de conversación nativo. El colegio también está en la de la Red de Bibliotecas Escolares de Extremadura (Rebex) desde hace dos años, aunque ya llevan ocho con la línea uno, por la que reciben una prestación económica del Gobierno regional para mejorar sus fondos bibliográficos y equipamientos.

Las tecnologías de la información y de la comunicación están muy presentes en el centro, ya que cuentan con cuatro pizarras digitales, además de una clase específica de informática con ordenadores y tablets. Por otra parte, dentro del currículo de Educación Física tienen la asignatura de ajedrez para los alumnos de Primaria. Asimismo, por la tarde se imparte el programa de actividades formativas complementarias con psicomotricidad. Tampoco cabe olvidar el programa de apoyo socioeducativo REMA (Refuerzo, Estímulo y Motivación para el Alumnado). Sobre este asunto, la secretaria Maripaz Cambero, explica que una vez al mes se reúne la comisión de absentismo para controlar las faltas de asistencia, a pesar de que "los casos son puntuales".

La mayor implicación de las familias es uno de los retos del centro. No obstante, Hernández subraya que el principal deseo sería "que las familias del barrio volvieran a traer a sus hijos aquí", así como las de zonas cercanas, porque "nos encantaría tener más alumnos". La voluntad de educar está ahí, y seguro que con ella el Juan XXIII volverá a llenarse de escolares, algo de lo que Félix Manuel Lozano, Manuela Gómez, Francisco Robustillo, Emiliano Muñoz y Eufemio Dios, los históricos directores del centro, estarían orgullosos.