"Podemos tener la renta per cápita más baja de España, pero somos ricos en solidaridad y nuestro banco de sangre nunca tiene crisis, siempre tiene saldo disponible". El símil económico le sale ágil a Jesús Domínguez Cuesta para subrayar quiénes son los responsables de los buenos datos que la Federación Extremeña de Donantes de Sangre, que él preside, y gracias a quien el Banco de Sangre de Extremadura no solo surte cada día a los hospitales extremeños sino que abastece también cuando es necesario lo mismo a intervenciones en centros de Madrid como en Salamanca.

Todos los que integran esta cadena tienen la misma respuesta a la hora de repartir medallas: "el mérito es de los que ponen el brazo, nadie más". Ese gesto se repitió en la región casi en 50.000 ocasiones en el último año y una red de más de 450 personas estuvieron pendientes de cada paso: captación de sangre, analizarla, procesarla, almacenarla y hacerla llegar a los puntos en los que es necesaria.

Desde el Banco de Sangre de Extremadura salen cada día cuatro vehículos con otras tantas rutas con destino a los hospitales de Badajoz, Cáceres, Mérida, Plasencia, Navalmoral de la Mata, Coria, Don Benito-Villanueva de la Serena y Llerena. Ese es el penúltimo eslabón de la generosa cadena que compone la donación de sangre. El último incluye al receptor del gesto altruista. En el primer eslabón están los más de 70.000 donantes de sangre que hay en Extremadura, la región que por segundo año consecutivo lidera la tasa de donaciones en España: 49.581 en el 2015 y 47.130 un año antes. Estas cifras convierten a los extremeños en los que más dan, con una tasa de 45,36 donantes por mil habitantes. Le siguen Castilla y León (42,89) y Asturias (42,28) y en el extremo contrario se sitúan Melilla (17), Canarias (31) y La Rioja (32,5), con las tasas más bajas de donación por 1.000 habitantes.

Una red con 70 profesionales en el Banco de Sangre y 400 voluntarios en las ocho hermandades de la región sustentan el sistema más fructífero de donación de sangre de España. Extremadura es la que mayor tasa mantiene y fue además la segunda que más creció en el último año (un 5,2%) tras Asturias, donde las donaciones crecieron en el mismo periodo un 8,13%. El crecimiento fue negativo en Aragón, donde las donaciones cayeron un 4,64%, y también en Baleares (2,38%) y La Rioja (2,37%).

Oncología, trasplantes...

El 24% de la sangre que se recoge la reciben las áreas de oncología y otra parte fundamental se utiliza en las intervenciones quirúrgicas (23%) y en los trasplantes (12%) --en uno de hígado, por ejemplo, se necesita tener al menos 60 bolsas de sangre disponibles--, junto a enfermedades propias de la sangre (15%), enfermos crónicos (16%) y en las áreas de obstetricia (10%).

La hoja de servicios del Banco de Sangre de Extremadura en sus 16 años de historia es impecable: "El Banco de Sangre de Extremadura tiene un gran problema, que funciona y que nunca ha sido necesario cerrar quirófanos por falta de sangre", resume José María Brull, director de este servicio en la región. Lo dice para resaltar que el éxito lo es a pesar de que en muchos casos hay más voluntad que medios y sobre todo una implicación personal de todos los que comparten el proyecto, tanto en el caso del Banco de Sangre, como en el del Banco de Leche Materna que también preside.

De hecho se abastece a la región y se ha colaborado en ocasiones con otras regiones que tenían déficit, especialmente con Madrid por el volumen de intervenciones y tratamientos que allí se realizan --"y por la deshumanización que hay en las grandes ciudades", matiza también Domínguez Cuesta--, pero también de forma más puntual con Salamanca.

La máxima es que "la sangre no es de nadie" y con ese principio "hacemos el mejor uso posible", dice Brull. Las campañas de donaciones itinerantes por las zonas rurales son las que más recursos proporcionan al banco de sangre, el 90% de lo que se acumula, aunque son las áreas de salud de Cáceres y Badajoz las que más demandan porque allí están los hospitales de referencia de la región. El volumen que se recogió el año pasado en las instalaciones del Banco de Sangre en los hospitales rondó las 3.000 bolsas, mientras que las campañas itinerantes lograron acumular más de 46.000.

Todo el engranaje

En la donación comienza el trabajo, pero tras cada bolsa de sangre hay un engranaje en el que no hay nada que se deje al azar. Se controla el stock disponible porque la sangre también se caduca (el plazo para usarla es de cinco semanas) y se calcula cuánto es necesario recoger para garantizar que habrá cantidad suficiente y que no habrá que desechar. Por término medio, se trabaja con que cada día tienen que llegar al Banco de Sangre entre 150 y 180 bolsas y la precisión es tal, que la caducidad de bolsas de hematíes --el principal componente de la sangre-- está en la región por debajo del 1% y algo por encima en el caso de las plaquetas, donde el límite para su uso es también menor: cinco días. Aun así hay factores emocionales que generan movilizaciones espontáneas y rompen previsiones: si alguien conocido en el pueblo ha necesitado sangre o le han diagnosticado una enfermedad severa... y se sobrepasan las expectativas.

En la trastienda de la donación también se estudia la incidencia que determinados factores pueden tener a medio y largo plazo. Y ahí la principal preocupación ahora es el virus zika.

Antes de abrir el banco de sangre, en el año 2002, se planificó el funcionamiento que tendría con todos los hospitales extremeños: fueron complejo por complejo, estudiaron las estadísticas de los cinco últimos años y registraron las previsiones de cada uno. En función de esos datos --también se tiene en cuenta la proximidad-- cada día salen de la sede del Banco de Sangre en Mérida cuatro vehículos que realizan otras tantas rutas para abastecer a los hospitales. A las nueve de la mañana se consulta el estado de stock de cada hospital y tras horas después están partiendo los vehículos con provisiones. Independientemente de eso, el Banco de Sangre esta activo las 24 horas todos los días ante cualquier emergencia.

Las condiciones generales para la donación de sangre son en esencia tres: ser mayor de 18 años, pesar más de 50 kilos y tener buen estado de salud. A estas se une la voluntad de hacerlo y para agitar la movilización, las ocho hermandades de donantes de sangre de la región cuentan con una red de 400 voluntarios que se mueven por todos los municipios. Son ocho grupos independientes (Badajoz, Mérida, Cáceres, Plasencia, Navalmoral de la Mata, Don Benito-Villanueva de la Serena, Llerena y Coria) pero interrelacionados entre sí y conectados con el Banco de Sangre de Extremadura, el almacén que procesa, gestiona y distribuye todo lo que se colecta.