La excavación arqueológica del Turuñuelo, situada en las proximidades de Guareña, en el Valle del Guadiana, permitirá sacar a la luz el mayor yacimiento de la cultura tartésica, la mítica civilización prerromana que ocupó hace 2.500 años el suroeste de la Península Ibérica.

Esto es algo que tiene muy claro el director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM) y uno de los responsables de la excavación, Sebastián Celestino, quien ha destacado que el estado de conservación del Turuñuelo es magnífico, con «paredes encaladas y bien lucidas de hasta dos metros y medio de altura».

Celestino, responsable también de los trabajos en Cancho Roano, cerca de Zalamea de la Serena y considerado como el yacimiento tipo del mundo tartésico en Extremadura, ha explicado que el Turuñuelo es el «triple de grande».

Si en Cancho Roano aparecieron más de 30.000 piezas arqueológicas, la riqueza del nuevo yacimiento de Guareña, que este verano ha vivido su segunda campaña de excavaciones, puede ser incalculable y arrojará mucha luz sobre la enigmática civilización de Tartessos.

Ubicado entre Huelva, Sevilla y Cádiz, el reino de Tartessos, surgido de la unión de fenicios e íberos, sufre una profunda crisis en el siglo VI que le hace emigrar hacia una zona rica y más protegida, como el Valle del Guadiana.

Según el director del Instituto Arqueológico de Mérida, este pueblo ha dejado sus vestigios más importantes en Extremadura, porque cuando empiezan a ser invadidos por los pueblos del norte, por los celtas, «entierran y sellan sus lugares sagrados para que no sean violados», de ahí la magnífica conservación de yacimientos como Cancho Roano y el Turuñuelo.

En este último, lo excavado, que «es muy poquito», ha sacado a la luz un habitáculo de 70 metros cuadrados que era el espacio de culto del enclave, «con un altar en el centro, bancos corridos» y una bañera, considerada como uno de los hallazgos más extraordinarios de la excavación, un elemento «hasta ahora desconocido» y que se podría dedicar a hacer «algún ritual relacionado con el agua».

También han aparecido numerosas piezas relacionadas con la comida: un gran caldero, asadores o jarros, todo ello de bronce. También se han hallado un centenar de piezas de cerámica, lo que permite fijar claramente la fecha exacta de su fabricación, a finales del siglo V. H