Casi de casualidad, «por las vueltas que da la vida». Así llegó Esther Rodríguez (Villanueva de la Serena, 1986) al yacimiento del Turuñuelo, en la localidad pacense de Guareña. Desde su retiro vacacional en la Sierra de Gredos, esta arqueóloga ya cuenta los días para volver a la excavación, tras el inicio del proceso de expropiación de la Junta de Extremadura para que el espacio pase a titularidad pública. «Hemos estado trabajando allí desde 2013 a 2018, que es cuando se paralizó. Ahora es cuestión de semanas o meses, lo que tarde el proceso, para que podamos volver», explica Rodríguez. Ella es la codirectora del yacimiento junto a Sebastián Celestino Pérez. A raíz de la tesis doctoral de Rodríguez empezaron a excavar allí: «Mi tesis trataba sobre los túmulos del Guadiana. De los 13 que tenía catalogados elegí el Turuñuelo. Y aquí seguimos», rememora.

La historiadora resalta de este yacimiento «el gran volumen de información» que tiene, a comparación de otros en los que ha excavado. «Los arqueólogos estamos acostumbrados a trabajar en sitios donde apenas queda la base. En el Turuñuelo se conservan los muros, los techos (ya en el suelo), escaleras…», explica.

Esther Rodríguez EL PERIÓDICO

La incógnita de Desi

Pero si hay una ‘joya de la corona’ en el yacimiento de Guareña, esa es Desi. «Desi es un ejemplo único porque son los restos de un individuo completo que no fue cremado, como era costumbre entre los tartesos. Sus restos deberían estar en la necrópolis de Cancho Roano de Medellín, como sus coetáneos», narra Rodríguez. «Pero no. Es un hecho llamativo. Hasta el momento lo único que sabemos es que no sufrió una muerte violenta. La verdad es que es un contexto complejo del que tenemos mucho que investigar», cuenta entusiasmada.

La misma pasión que Rodríguez ha tenido por la historia «desde siempre» aunque reconoce que cuando comenzó a estudiar la carrera lo que le atraía más era la Historia Contemporánea. Pero el pueblo tarteso se le cruzó en su camino: «Me llamaban la atención y además sabía que se podían hacer muchas cosas aquí en Extremadura», dice. «Siempre me he sentido muy a gusto y muy orgullosa de poder trabajar en mi tierra», añade. Rodríguez asegura que nunca ha sentido ningún tipo de discriminación por ser mujer, aunque sí alguna que otra sorpresa por su juventud. «Empecé a excavar con algunos colegas de la universidad: Pablo, Carlota, y en ello seguimos», recuerda. Con Carlota comparte además cierto ‘parentesco’: su perro, Zújar, es hijo de la perra de ella, Guadiana. «Zújar nació en el mismo yacimiento. Los dos perros se vienen con nosotras y nos miran mientras excavamos bajo una sombrilla», cuenta divertida.

Esther y su perro Zújar EL PERIÓDICO

Divulgación

Pero Zújar y Guadiana no son los únicos privilegiados que conocen los secretos del Turuñuelo junto al equipo de arqueólogos, sino que Rodríguez tiene claro que una parte fundamental de su trabajo es la divulgación: «Es muy importante, por eso creamos Tartesos en comunidad. Es una herramienta fundamental para que la gente entienda nuestro trabajo, que normalmente solo se publica en revistas científicas minoritarias e incluso de pago», argumenta. La próxima cita es el 9 de octubre en unas jornadas culturales de Garbayuela. Además, el objetivo final es que el yacimiento sea abierto al público una vez los trabajos finalicen. «A la gente le interesa lo que hacemos, quieren saber. Eso lo aprendí con los propios vecinos de Guareña, que siempre nos han preguntado de todo». 

Y es a Guareña a donde Rodríguez volverá en breve. Para continuar revelando los secretos de los tartesos.

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Los tartesos

Son un pueblo que llegaron a la Península Ibérica a través de Cádiz y se desarrollaron en la Edad del Bronce y del Hierro, entre los siglos XII y V a. C. 

Junta de Extremadura. El Periódico