Con los test de antígenos todo queda supeditado a la responsabilidad de los usuarios. No hay ningún mecanismo que permita al Servicio Extremeño de Salud (SES) conocer los casos de covid que se detectan a través de los test rápidos de venta en las farmacias, más allá de la responsabilidad de la persona que se lo realiza y sigue la indicación que se la ha dado en la farmacia de que se ponga en contacto con su médico de Atención Primaria. Desde el SES recuerdan que los test de antígenos «son autotest de venta libre» y que en el momento en el que se dispensan, el farmacéutico realiza la consiguiente explicación y las recomendaciones; entre ellas, «que un negativo no es siempre negativo y que un positivo siempre es positivo y si sale así debe ponerse en contacto con el centro de salud», concretan. La percepción que les trasladan los farmacéuticos, según explican, es que la gente «es en líneas generales responsable».

Hay que recordar que la venta de los test de antígenos se ha reactivado desde este mes como medida preventiva y de control de la enfermedad por los viajes asociados al puente de la Constitución y los encuentros familiares y con amigos que suponen las comidas y cenas navideñas que llenan este mes las agendas. 

Responsabilidad de los usuarios con la detección del covid

«Nosotros informamos de que si el test da un resultado positivo, debe confirmarlo y ponerse en manos del médico, porque es una enfermedad que puede ser grave. La información la tienen. Pero en el momento que el test sale de la farmacia, no podemos tener un control sobre esa persona y sobre si sigue o no la recomendación que se le ha dado. Entra dentro de la esfera de responsabilidad de cada uno», asume Pedro Claros, presidente del Colegio Oficial de Cáceres. 

El farmacéutico recuerda que la venta de este producto es equiparable a la de cualquier otro test que se pueda dispensar en una farmacia, como un test de embarazo. «O como si viene a la farmacia a comprar un termómetro y aunque tenga fiebre no se lo comunica al médico», apunta. 

En este sentido Claros recuerda que los primeros test que se pusieron a la venta en verano bajo prescripción médica sí contaban con un mecanismo de control, precisamente por la prescripción. Las farmacias entonces anotaban el nombre de la persona que lo había solicitado y del médico que lo había prescrito, y lo ponían en conocimiento de Salud Pública «puesto que es una enfermedad de declaración obligatoria», recuerda. En esos casos eran los médicos los que supervisaban el resultado, mucho más complejo de realizar y de interpretar que los autotest que se dispensan ahora mismo en las farmacias.