«Una cosa es que el campo sea duro, y otra que no merezca la pena». Pedro es de los jóvenes en su empresa aunque tiene callos en las manos de trabajar en el campo; lleva ya varios años simultaneando la tarea en la fruta con estudios, ahora de desarrollo de aplicaciones web. Su clamor condensa la sensación que muchos trabajadores del sector reconocen también y está en la raíz de la justificación que los sindicatos dan a los tres días de huelga convocados para esta semana. Este jueves era la primera jornada de paros y aunque Pedro dice que no suele sentirse representado por los sindicatos, se sumó a la protesta organizada. No lo dudó porque se opone «a que recorten el salario, o a que eliminen los complementos como el de toxicidad o transporte». En medio de la algarabía de una de las concentraciones organizadas a primera hora de la mañana en Mérida, aseguraba que piensa cumplir con los tres días de paro convocados y justifica su decisión: «No pido 1.800 euros, pero que al menos te quede algo para vivir». Viene de Almendralejo y eso supone unos 250 euros al mes en gasolina, también paga un alquiler... «¿Qué te queda para llegar a fin de mes? No te queda nada», aseveraba. 

A pocos metros, Manuel habla de la huelga pero pide que no figure su apellido, igual que Pedro y muchos otros jornaleros. Los últimos días la situación ha sido tensa y algunos no esconden que temen represalias de los empresarios, que les dejen en la calle. Pero todos hablan de unas sensaciones que van desde la resignación al hartazgo. 

Manuel acumula cinco o seis años enlazando contratos de días o semanas en tareas relacionadas con la fruta; ahora está recogiendo nectarinas y ciruelas. Lleva la ropa de trabajo. Había llegado con su compañero a las puertas de la finca poco antes de las 6.30, la hora a la que empiezan a trabajar, y se encontraron con una de las concentraciones organizadas por los sindicatos en la primera jornada de huelga. Decidieron sumarse y una hora después, allí seguían. «Nos unimos a lo que decida la mayoría de los compañeros. Hoy no se trabaja y de momento no ha entrado nadie», expresaba con cierta apatía, aunque proclamaba también: «Debemos tener derechos».

«No pido 1.800 euros, pero que al menos quede algo para vivir y no nos quiten ahora derechos»

Pedro - Trabajador del campo en la zona de Mérida

Esos derechos son los que los sindicatos entienden que se pretenden vulnerar en el convenio colectivo del campo, del que dependen más de 60.000 trabajadores; y lo que ha terminado por romper las negociaciones abiertas hace año y medio con la patronal para actualizar el marco laboral del sector. Lo que piden los sindicatos en esencia es que se respeten las condiciones del convenio que ya pactaron en 2020 los que entonces componían la mesa negociadora (UGT y CCOO por los trabajadores; y Apag Extremadura Asaja, Asaja Extremadura, UPA-UCE y COAG) y las tablas salariales derivadas de las últimas subidas del salario mínimo (SMI). La cuestión es que esa mesa se invalidó hace año y medio por la denuncia que Afruex elevó al TSJEx para reclamar su participación en las negociaciones. La justicia le dio la razón y como consecuencia quedó también invalidado ese convenio, que ahora la patronal (ya con Afruex en la mesa) se niega a aceptar y pide renegociar con condiciones que han hecho estallar el diálogo con la primera convocatoria de huelga de los tres últimos años.

Sin incidentes

La primera jornada de protesta transcurrió sin incidentes graves más allá de algunos cortes de carreteras a primera hora en la entrada de varias fincas y centrales hortofrutícolas cerca de Badajoz, en la finca La Adelantada, y de Olivenza. Fueron cortes «puntuales» e «intermitentes» en varias carreteras, entre ellas la Ex-107, entre Badajoz y Olivenza, y la BA-162, en Zurbarán (Badajoz), según confirmaron desde la Guardia Civil de Tráfico. La Delegación del Gobierno destacó además que la situación había sido de «normalidad» la mayor parte de la mañana y que las fuerzas y cuerpos de seguridad habían «trabajado para garantizar el derecho a la huelga y al trabajo y también la seguridad ciudadana y la libre circulación».

«Las centrales no han parado de crecer y multiplicar su capital y los trabajadores no hemos visto nada»

Antonio - Jornalero de las Vegas del Guadiana

En Mérida varias unidades de la Policía Nacional custodiaron el acceso a la cooperativa Frutaex, a la llegada de los trabajadores. Los sindicatos se quejaban de que los responsables de la cooperativa no les permitían acceder a hablar con los empleados, que iban llegando en sus vehículos. Una treintena de personas se habían concentrado en la puerta. Increpaban a los coches que entraban y aplaudían a algunas trabajadoras que iban dejando el centro para unirse a los paros. «Mejor perder un día de trabajo que perder todos los derechos», les decían los piquetes, para acto seguido gritar a las que aún esperaban en las instalaciones: «¡No nos mires, únete!». Allí, después de hablar los representantes sindicales con los trabajadores (tras la mediación de la policía) fueron saliendo casi la totalidad de la treintena de empleados que se veían en ese momento en el recinto, entre aplausos de los que seguían apostados en la puerta.

También en Vegas del Guadiana la huelga se hizo notar en las centrales que hay en la zona. Unas 400 personas se concentraron a las puertas de Tany Nature procedentes de distintas empresas. La actividad fue de aparente normalidad, al menos en las centrales hortofrutícolas, aunque sí pudo haberse visto más afectado el paro en el campo, en las tareas de recolección, informa Samuel Sánchez

«Me uno a lo que decidan los compañeros. Hoy no se trabaja y no ha entrado nadie»

Manuel - Jornalero de la zona de Mérida

En esa zona, Antonio trabaja como temporero en una de las muchas empresas de la fruta. Lleva tres años allí, aunque suma más de una década en el campo. «No nos pueden recortar derechos. La vida no ha parado de subir y nuestros sueldos no», dice. Recuerda que en los días previos ya hablaban de secundar la huelga esta semana en las cuadrillas que conoce y, de hecho, el miércoles ninguno se llevó a casa lo cubos y el material de trabajo que usan y que suelen dejar cada uno en sus coches para moverse entre las fincas de la empresa cada jornada. «Hacemos huelga, pero no porque queramos hacerla. Queremos trabajar; porque si no trabajamos, no cobramos. Pero tenemos que luchar por nuestros derechos», reivindicaba al teléfono. «Las centrales hortofrutícolas no han parado de crecer y multiplicar su capital y los trabajadores no hemos visto nada de ese beneficio», se quejaba.

«Un éxito» para los sindicatos

Esa precariedad es la que desde los sindicatos piden atajar en la negociación con la patronal, tras una huelga que insisten en que no querían que se llegara a producir, pero que calificaron de «masiva» y «un éxito».

El secretario general de UGT FICA, Ricardo Salaya, resaltó que «trabajadores y trabajadoras parece que han decidido tomar las riendas de sus problemas, para reclamar las soluciones; y en ese sentido estamos muy satisfechos, porque el seguimiento está siendo masivo y sin incidentes». Reiteró que lo único que exigían es que los salarios vayan de acuerdo al SMI, y que no se recorte en ninguno de los derechos ya consolidados. «Si no lo ven así (en la patronal) es que están en una realidad paralela».

El secretario general de CCOO de Industria de Extremadura, Saturnino Lagar, señaló que la respuesta de los trabajadores este jueves debe hacer reflexionar a los empresarios del campo. «Aún no se han dado cuenta de que la gente les está pidiendo un convenio digno», reivindicaba.

Las máximas dirigentes de UGT y CCOO en Extremadura también participaron en las concentraciones de la primera jornada de huelga del campo. La secretaria general de UGT Extremadura, Patro Sánchez, señaló que se trataba de un día «histórico», en el que los trabajadores del campo se habían «levantado» para defender sus derechos. «No son momentos para la esclavitud», exclamó. 

A su vez, la secretaria general de CCOO en Extremadura, Encarna Chacón, remarcó que la mano de obra del campo dijera «basta ya» a la «avaricia empresarial», a quienes acusó de ser «incapaces de repartir los beneficios».  

Patronal: «La incidencia es baja»

Desde la patronal, sin embargo, restaron trascendencia a la huelga. Afruex, que concentra la representación en el sector de la fruta de hueso, aseguró que la incidencia estaba siendo «muy baja». «Estamos trabajando casi con normalidad. Tenemos el 100% de las centrales en marcha y el 80% de las fincas también trabajando», afirmó el gerente de la organización, Miguel Ángel Gómez. Reconoció que en las fincas grandes se ha había notado más el impacto porque era donde más se habían concentrado los piquetes, que calificó en algunos casos de «agresivos». 

En términos similares se expreso también el dirigente de Apag Extremadura Asaja, Juan Metidieri, que aseveró que, salvo en las grandes centrales, la jornada había sido «de absoluta normalidad». Este viernes, el campo despierta con la segunda jornada de huelga.

La patronal evidencia su fractura ante la negociación: UPA-UCE quiso desmarcarse

La patronal evidenció este jueves la fractura que existe entre los distintos modelos de empresas agrícolas que integran el campo. Frente al planteamiento de la organización que representa a las grandes centrales hortofrutícolas (Afruex) o las empresas agrarias más grandes (Asaja), desde UPA-UCE reclamaron un «corredor» para las explotaciones familiares y profesionales, «que son las que respetan las condiciones de salarios a los trabajadores», defendió el secretario general de la organización, Ignacio Huertas. Ese el modelo empresarial que pone sobre la mesa, que desvinculó de la otra parte de la patronal que trata de renegociar cómo «amortiguar» la subida del SMI de los últimos años. Ya lo ha hecho en otras ocasiones en el transcurso de la negociación del convenio. 

¿Vuelta al diálogo?

De momento la primera jornada de huelga deja las posiciones igualmente enconadas de cara a un escenario de negociación que deberá producirse de nuevo en algún momento. En el caso de UPA-UCE, exigen que los sindicatos terminen con la protesta y vuelvan a sentarse a negociar y Afruex insiste en que ellos «siempre han estado dispuestos a mantener el diálogo y a llegar a acuerdos», resaltaba Miguel Ángel Gómez,. Ayer recordó que si no se firmó ese acuerdo antes de la huelga fue «por la negativa de Asaja a sentarse a negociar» (si no están cuatro de las cinco opas el acuerdo no es valido y Asaja incluye a dos organizaciones). «Ahora, después de esta huelga, ya veremos...», deslizó también.

Mientras tanto los sindicatos entienden que el «éxito» de seguimiento que ellos aprecian debe hacer reflexionar a los empresarios del campo. En ese sentido, Saturnino Lagar (CCOO) vaticinó que si no reciben una llamada pronto para retomar las negociaciones «no pasará mucho tiempo antes de que los jornaleros planteen nuevos paros». También Ricardo Salaya (UGT) advirtió que tras estos días de huelga «el futuro será el que marquen los propios trabajadores» en sus asambleas, y los sindicatos negociarán «hasta donde ellos nos digan», zanjó.