Análisis

Seis meses para convencer a la UE de que apueste por Latinoamérica: "Hay dejadez"

España ejercerá la presidencia de turno de la UE en el segundo semestre de 2023 | Pondrá a prueba su influencia en Bruselas y en Latinoamérica para intentar conseguir una gran alianza que perdure más allá de 2024

Pedro Sánchez junto al presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la visita del presidente española a Latinoamérica este verano.

Pedro Sánchez junto al presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la visita del presidente española a Latinoamérica este verano. / EFE

Alberto Muñoz

Dos de las regiones más importantes del mundo, alrededor de 50 países y, en el centro, España, que se ha propuesto aprovechar la presidencia de turno de la Unión Europea que asumirá a partir de mediados de 2023 para fortalecer los lazos del bloque con Latinoamérica.

"España tiene seis meses para hacer que la UE vuelva a mirar hacia América del Sur, pero el verdadero reto será que esa apuesta se extienda más allá de los seis meses que dure su presidencia", apunta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, Mariano Jabonero, presidente de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

"Si eso ocurre, si la Unión Europea y Latinoamérica no tienen una alianza fuerte y más consolidada más allá del 31 de diciembre de 2023, será un fracaso estrepitoso. No se puede depender siempre del esfuerzo de España en este sentido, es necesario convencer al resto de socios", explica a este periódico Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano.

¿Tiene España la suficiente influencia en Bruselas como para convencer a la Unión Europea de la necesidad de firmar una gran alianza con Latinoamérica? ¿La tiene al otro lado del Atlántico para seducir a la región para que apueste por un acuerdo en el que la UE puede perder el interés como ya ha ocurrido en el pasado?

"Es un camino de dos direcciones. Europa puede estar muy interesada en reforzar sus alianzas con América Latina, pero si la contraparte no piensa de la misma manera, es muy complicado. Sobre todo si se quiere que esta nueva relación o esta relación reformulada entre ambos sea simétrica, horizontal y no de arriba abajo. Lo que pasa es que la Unión Europea no sabe muy bien qué es lo que quiere de América Latina, y, al mismo tiempo, América Latina tampoco tiene muy claro qué es lo que quiere de la Unión Europea", dice Malamud.

Descubrirlo en un periodo como el actual tampoco es fácil. La invasión de Ucrania por parte de Rusia concentra la atención del bloque comunitario y, durante la última década, la inestabilidad en otras zonas más próximas como Oriente Medio o el norte de África han hecho que, pese a que Latinoamérica siga siendo un punto de inversión importante para los 27, se haya subestimado su importancia geoestratégica.

"Es cierto que quizás se haya puesto el foco en otras áreas durante los últimos años, pero no debemos olvidar que la Unión Europea invierte en Latinoamérica más que en China, Rusia e India juntas", apunta Malamud, que además es catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

"Es un caso claro de dejadez, de olvido, pero parece que la irrupción de China en el territorio ha encendido una luz roja de alarma tanto en la Unión Europea como en España. Estamos perdiendo presencia en una región que debería ser fundamental para nosotros", critica Jabonero.

Por su parte, China, no ha perdido el tiempo en ese sentido durante la última década. Inmersa en una guerra comercial con Estados Unidos, ha encontrado en la región un lugar perfecto para ampliar su influencia política a nivel global, conseguir las materias primas que necesita para alimentar su modelo económico e influir en una región estratégica.

En diez años, los que fueron desde 2008 hasta 2018, el volumen comercial entre la Unión Europea y el área Latinoamérica y Caribe apenas aumentó de 185.500 millones de euros hasta 225.400 millones de euros. En ese periodo, defienden desde el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), el volumen comercial con China se multiplicó por diez y ahora mismo hay 21 países de la región que forman parte de la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda promovida por los chinos.

Sin embargo, en los últimos tiempos algunos países de Latinoamérica podrían estar empezando a cansarse del tipo de relación bilateral que se ha cimentado alrededor de los intereses chinos.

"Está creciendo la resistencia a la presencia de China en América Latina. Lo que años atrás se veía como una gran oportunidad, porque la verdad es que comerciar y recibir las inversiones de China lo es, empieza a generar contradicciones", explica Malamud. "Se trata de un gran mercado para las exportación de materias primas latinoamericanas, pero el problema es que eso resulta en un escaso valor agregado, lo que sume a las economías latinoamericanas en una situación complicada. A China no le interesa desarrollar la industria sudamericana, sino extraer sus recursos".

Por su parte, en España ya han ido apareciendo las primeras voces vinculadas al Gobierno que reclaman la enorme oportunidad que sería para la Unión Europea y Latinoamérica llegar a esa alianza que puede consumarse en la Cumbre de Europa con América Latina que se celebrará en julio de 2023.

En ese sentido, España tiene un nombre especialmente bien colocado dentro de la UE. El Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, que puede tener un papel muy importante a la hora de marcar las prioridades exteriores para el bloque comunitario, ha llegado a decir que "si Europa quiere tener influencia como actor geopolítico debe prestar más atención a lo que ocurre en Latinoamérica y el Caribe".

Por su parte, el expresidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero apuntó durante la presentación de la Nueva Agenda de Cooperación Iberoamérica-Unión Europea que "la gran esperanza de Latinoamérica para crecer es aliarse con Europa, un camino que pasa por la integración y la cooperación".

En esa agenda se pronosticó que la media de crecimiento de los países latinoamericanos esperada en 2022 es "baja e insuficiente", con un 2,1% de crecimiento promedio que se ve muy afectado por los cinco millones de puestos de trabajo que no se han conseguido recuperar después de la pandemia, especialmente en el femenino y en el juvenil.