Guerra en Ucrania

Vilnius, ante una cumbre de la OTAN a 30 kilómetros de Bielorrusia

Que la cumbre de la Alianza tenga lugar en Vilnius es una forma de plasmación geográfica de la amenaza exterior sobre las exrepúblicas soviética

Comienza la cumbre de la OTAN en Vilna con el apoyo a Ucrania y la adhesión de Suecia sobre la mesa

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Marina Ferrer

"La inestabilidad procedente de Rusia no es algo nuevo para nosotros. La respiramos en nuestras fronteras desde mucho antes de la guerra de agresión lanzada sobre Ucrania", recordaba Gabrielius Landsbergis, titular de Asuntos Exteriores lituano, en la reunión ministerial con sus colegas de la OTAN en Oslo, preparatoria para la cumbre de la Alianza Atlántica que acoge su país los próximos martes y miércoles. Vilnius, la capital lituana, está a 30 kilómetros de la frontera con Bielorrusia, el aliado del Kremlin al que teóricamente iba a trasladarse el líder del grupo mercenario Wagner, Yevgueni Prigozhin, tras su conato de sublevación contra Vladímir Putin. Y a 160 kilómetros de Kaliningrado, el exclave ruso cuyo corredor fronterizo comparten Lituania y Polonia.

El reforzamiento de sus fronteras empezó efectivamente antes del 24 febrero de 2022, con el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania. Unos meses antes, tanto Lituania como Letonia y Polonia procedieron a levantar vallas en sus fronteras ante la llamada “guerra híbrida” lanzada por el dictador Aleksandr Lukashenko. Es decir, los centenares de refugiados principalmente sirios impulsados desde Minsk hacia miembros de la UE y la OTAN, que además del miedo histórico y fundamentado a Moscú comparten su rechazo a la llegada de esa inmigración irregular.

Que la cumbre de la Alianza tenga lugar en Vilnius es una forma de plasmación geográfica de la amenaza exterior sobre las exrepúblicas soviéticas que, tras la disolución de la URSS, se incorporaron en cuanto pudieron al bloque occidental. Dos de sus vecinos nórdicos, Suecia y Finlandia, se aferraron en cambio a la neutralidad militar hasta que la invasión de Ucrania les precipitó a solicitar el ingreso –que Estocolmo no ha consumado aún, porque Turquía y Hungría siguen sin ratificarlo. Ahora Landsbergis reclama también aquello que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ansía para su país: la incorporación de Ucrania en la Alianza. "Nuestro objetivo es allanar el camino de Ucrania a la OTAN. No es el momento de mostrarnos débiles”, afirmó el ministro de Exteriores, en línea con su colega ucraniano, Dmytro Kuleba.

4.000 soldados

Lituania lleva reclamando que se refuerce el flanco este casi desde su ingreso en la Alianza (en 2004, como Estonia y Letonia). Lo hace desde su condición de país sin fuerza aérea propia y que aspira al estacionamiento permanente de brigadas de la OTAN. Alemania ha respondido con la promesa de enviar 4.000 soldados de forma permanente a Lituania, pero precisa la luz verde de la Alianza. Algo que teóricamente debe salir de la cumbre de Vilna.

El despliegue sería a medio plazo. Además de la autorización de los 31 miembros de la Alianza militar, la oferta alemana está condicionada a que Lituania organice la logística y alojamientos precisos para ellos y sus familias.

La Bundeswehr, o fuerzas aéreas alemanas, protegerá el espacio aéreo lituano con sus Eurofighter durante la cumbre de Vilna, además de tener desplegado en el aeropuerto de Vilna tres sistemas de defensa Patriot, 250 soldados y helicópteros militares. España aporta sus sistemas de defensa Nasam, mientras que Francia contribuirá con sus propios cazas, lo mismo que la recién incorporada Finlandia. Según fuentes lituanas, habrá 12.000 militares velando por la seguridad de la cumbre y sus 31 líderes, encabezados por el estadounidense Joe Biden.

La presencia de los “wagneritas” en una nueva base en Bielorrusia no se ha confirmado, pero sí la de armamento nuclear ruso estacionado en territorio del gran aliado rde Putin precisamente coincidiendo con los preparativos de la cumbre. Para Vilna, como para la base de la OTAN en Bruselas, no hay indicios de que el Kremlin pretenda “utilizarlos”.

Reforzar el flanco oriental

“Si Prigozhin o parte de los Wagner terminan en Bielorrusia tendremos que reforzar aún más el flanco oriental”, ha insistido el presidente lituano, Gitanas Nauseda. El jefe del Estado báltico, en el poder desde 2019, comparte con su ministro de Exteriores tanto la línea del ferviente atlantismo como el respaldo a un ingreso de Ucrania. Se da por hecho que no habrá una “invitación formal” a Kiev a integrarse en la organización en esta cumbre. Es la postura defendida por el secretario general, Jens Stoltenberg, por Washington y por Berlín. La sustenta además el famoso Artículo 5 de la OTAN, el de la Defensa Compartida, según el cual un ataque a un miembro es considerado como un ataque al conjunto de la organización que, por tanto, obliga al resto a defenderlo. El ingreso de un país en guerra implicaría convertir a la OTAN en parte de ella.

Nauseda, Landsbergis y la jefa de su Gobierno, Ingrida Simonyte, serán los anfitriones de una cumbre superlativa, en un país con 2,7 millones de habitantes y que a principios de junio parecía abocado a un final prematuro de su coalición entre democristianos, liberales y el llamado Partido de la Libertad, todos ellos conservadores. Landsbergis llegó a defender ante el Seimas, Parlamento, la convocatoria de elecciones anticipadas, tras una serie de escándalos de corrupción entre cargos municipales. La propuesta del ministro no prosperó. Pero en medios lituanos se apunta a que la crisis resurgirá a medio plazo, en un panorama político muy fragmentado aunque de puertas para afuera cualquier rifirrafe interno parece nada comparado con la amenaza superior que es Rusia.