Han dividido a la opinión pública, en ocasiones incluso han partido en dos a municipios con partidarios a favor y en contra; y han chocado con la protección medioambiental. Lo que unos ven como oportunidad para el desarrollo de la región y puestos de trabajo; otros lo consideran un destrozo, un modelo que solo beneficia -y enriquece- a los promotores bajo una dudosa promesa de empleos de calidad. La historia se repite una y otra vez: son grandes proyectos planteados para Extremadura que han generado sonoras polémicas.

Ocurre en todas partes, pero en esta comunidad, sin una red industrial potente, la controversia que se genera es aún mayor. Mientras unos realzan el patrimonio natural y apuestan por él como recurso para crear trabajo; otros plantean que hay un excesivo proteccionismo que perjudica a posibles inversiones.

En la memoria pasada y reciente del relato extremeño destacan cuatro iniciativas con esa base común de defensores y detractores: la central nuclear de Valdecaballeros, la refinería Balboa en Tierra de Barros, Marina Isla de Valdecañas y la mina de litio de Valdeflores en Cáceres.

En el primer caso, fue en 1979 cuando la Dirección General de la Energía autorizó dos nuevas nucleares en España, una en la localidad pacense de Valdecaballeros. El 1 de septiembre de ese año una histórica manifestación hizo retumbar la región y el grito de rechazo se escuchó en todo el país: alrededor de 30.000 personas protestaron en Villanueva de la Serena. Las crónicas de entonces hablaron de «El día que despertó Extremadura». Previamente, 71 alcaldes de la zona habían protagonizado un encierro.

Entre los argumentos en contra, el daño al regadío de las Vegas del Guadiana. El perjuicio a la comercialización de sus productos.

El contexto era un comunidad donde seguía sangrando la emigración por la falta de empleo, había malas comunicaciones por carretera y tren y apenas se había desarrollado la industrialización. Heridas constantes.

La central se empezó a levantar, pero se pararon las obras. Durante su construcción llegaron a Valdecaballeros más de 5.000 trabajadores con sus familias.

Décadas más tarde, en 2004, se anunció el segundo de estos proyectos: el Grupo Gallardo quería poner en marcha una refinería de petróleo en la comarca de Tierra de Barros con el respaldo de la Junta (presidida entonces por el socialista Rodríguez Ibarra). Estaría ubicada entre Villafranca de los Barros, Fuente del Maestre y Los Santos de Maimona. Surgieron dos plataformas, una a favor y otra en contra. En 2005 los oponentes protagonizaron una protesta que reunió a unas 3.000 personas en Villafranca.

Fueron años de intensos desencuentros. Se registraron más de 5.000 alegaciones. El principio del fin llegó en 2012: el Gobierno de Rajoy denegó la Declaración de Impacto Ambiental (DIA); atrás quedó casi una década de debate sobre qué era más beneficioso para una región que seguía sin industria.

Derribo

En cuanto a Marina Isla de Valdecañas, el mayor complejo turístico y de ocio de Extremadura, han sido trece años de pleitos y ahora tendrá que haber un derribo parcial de lo que quedó a medias y de lo que no está en uso. Los tribunales han confirmado que se levantó en una zona protegida, de la Red Natura 2000, en la que no se podía edificar, aunque la Junta recalificara los terrenos con un proyecto de interés regional (PIR) que la justicia anuló.

En Berrocalejo y El Gordo, los municipios cacereños más cercanos, sus vecinos tienen opiniones enfrentadas según si ponen el foco o no en el empleo generado (y en la calidad del mismo).

Por último, la mina de litio a cielo abierto que Infinity Lithium quiere tener en Cáceres. Sus promotores buzonean los distintos barrios para convencer de sus beneficios destacando, una vez más, los puestos de trabajo. Pero los carteles de ‘No a la mina’ también se reparten por la ciudad.

La central nuclear de Valdecaballero

La central nuclear de Valdecaballeros nunca llegó a funcionar. Su construcción se inició en 1975, pero en 1984 se decretó la moratoria nuclear que puso en marcha un plan de desinversiones que paralizó este proyecto. La central contaba con dos reactores: el primero estaba listo al 70% y el segundo al 60%. Se invirtieron 400.000 millones de pesetas, unos 2.043 millones de euros, una deuda que no se amortizó hasta 2015.

La Junta inició en 2019 los trámites para solicitar al Ministerio de Transición Ecológica la reversión de las 2.500 hectáreas pertenecientes a los términos municipales de Valdecaballeros, Castilblanco y Alía. Los alcaldes de la zona propusieron proyectos como una planta solar o una zona de regadíos. Actualmente están en su fase final los trabajos de la fotovoltaica Valdesolar, de 264 megavatios y gestionada por la filial Repsol Electricidad y Gas. La inversión ronda los 200 millones de euros. En los picos más altos ha dado trabajo a 300 personas.

La refinería Balboa en Tierra de Barros

En 2004 saltó la noticia: el empresario Alfonso Gallardo quería levantar una refinería de petróleo en Tierra de Barros con apoyo de la Administración regional. Prometía invertir 1.200 millones de euros para levantar una industria petroquímica capaz de procesar casi seis millones de toneladas anuales de crudo y otras materias primas y de generar así unos 3.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Además, el proyecto comprendía, entre otros, un parque de almacenamiento en Huelva, un sistema de recepción y descarga del crudo en el puerto onubense y un oleoducto de 200 kilómetros de longitud que transcurriría por las provincias de Badajoz, Sevilla y Huelva. La polémica estaba servida.

El proyecto no terminó de arrancar porque no consiguió el permiso medioambiental. Fue el gobierno presidido por Mariano Rajoy el que frenó la refinería. Gallardo recurrió varias veces, pero finalmente se dio carpetazo al plan.

El complejo Marina Isla de Valdecañas

El complejo Marina Isla de Valdecañas se vende como «un remanso de paz» que, a pesar de estar construido solo en su primera fase, cuenta con multitud de opciones para disfrutar del ocio y el descanso: un campo de golf con 18 hoyos que ocupa más del 30% de la isla, una playa artificial, varias piscinas, un puerto deportivo con 76 atraques, un campo de fútbol, diez pistas de pádel, cinco de tenis, dos polideportivos y hasta un recinto hípico. Además, dispone de varios apartamentos y casi 200 villas de lujo que fueron comercializadas en su día por una sociedad liderada, entre otros, por un sobrino del rey emérito. Y también alberga un hotel de 4 estrellas (en el proyecto constaba otro de 5 estrellas) con 80 habitaciones.

Ahora la Junta ya tiene vía libre para iniciar el derribo de parte de este complejo: lo que está a medias y lo que no se usa para recuperar la zona protegida. Pero no será hasta dentro de un año cuando entren las primeras máquinas.

La mina de litio de Valdeflores en Cáceres

Los promotores aseguran que no habrá impacto acústico, que no afectará a la calidad del aire, que los residuos que genera no son tóxicos, que son «geológicamente imposibles las filtraciones» y que la actividad del yacimiento «no será visible desde el casco antiguo». Así lo recogen en un folleto informativo que reparten por todo Cáceres para convencer a los ciudadanos de los «beneficios» de la mina de litio a cielo abierto que quieren abrir en la sierra de la Mosca.

La zona en la que se ubicaría está a apenas tres kilómetros del centro histórico del municipio, el cual está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco desde el año 1986.

El plan de Infinity Lithium se conoció en enero de 2018. El ayuntamiento cacereño y parte de la ciudadanía se oponen manifestando, entre otros argumentos, que no quieren un expolio «que sacrifique el desarrollo de la ciudad» para fomentar «el crecimiento industrial de otras zonas del país» donde se trabaje el material aquí extraído.