En mi Atalaya

El puente sobre el río Guay

La capital extremeña reclama otro viaducto

Maqueta de la ciudad de Badajoz con los seis puentes sobre el río Guadiana.

Maqueta de la ciudad de Badajoz con los seis puentes sobre el río Guadiana. / EL PERIÓDICO

Rafael Angulo

Rafael Angulo

A ver, a ver, que a mí no es que me moleste que la Junta de Extremadura vaya a construir un sexto puente en Badajoz, qué guay, faltaría más que no me alegrara esa nueva pasarela sobre el viejo Anas que acortará la distancia con Elvas; tampoco me molesta que terminada la ronda norte vayan a por la ronda sur y, puestos a no incordiar, me parece estupendo que la Plataforma Logística de la capital pacense, también llamada del Suroeste Europeo (manos arriba, esto es un atraco), tenga luz, teléfonos y trenes.

En serio que me alegra que la ciudad de mis nietos badajocenses vaya viento en popa a toda tela, a fin de cuentas voy todas las semanas a sus calles (suponiendo que Pax Augusta fuera su nombre primigenio) y soy devoto de La Soledad (y amigo de don Pedro su párroco y del gran Lorido), pero, siempre hay un pero entre los frutales, supongo que esas cosas no serán «a costa de». Es decir, que si hay nuevo puente en Badajoz es difícil por no decir imposible que lo haya en Mérida. Esto es lo que hay, presupuestariamente.

Porque también Mérida reclama otro puente allá por las traseras del Asilo de las heroicas Hermanitas de los Ancianos Desamparados y, que si quieres arroz Catalina, pasan los años y los presidentes de la Junta (y eso que el primero era de Mérida) y los de barriada «cérrimos» desempolvamos la ancestral y quejosa rivalidad pueblerina. A ver, a ver, que de puentes nosotros los emeritenses (¡Hola, Mérida, ¿cómo estás?) sabemos.

No en balde fue el puente sobre el Guadiana lo primero que construyeron nuestros abuelos romanos antes que la legendaria, bimilenaria y única en el mundo Emerita Augusta (ver Papa Francisco). El puente tiene nuestra edad. Pero eso fue hace más de dos mil años. Igual que el hermanito sobre el Albarregas. Y por aquí han pasado romanos, visigodos, árabes y funcionarios y esos puentes siguen.

El de la vía del tren, también llamado de Hierro, es de 1881. El que cachondamente llamamos «Nuevo», que hace falta valor, es de 1954, y lo construyeron para que los que iban y venían de Madrid no tuvieran que pasar por la calle Santa Eulalia y aparcar en el Sanatorio de la Radio. Y el Lusitania en los 80 del siglo pasado. Y eso que vivimos de cara al río y, a espaldas las casas de lenocinio de Morerías, que no se me enfade Pelín. A nuestro ansiado nuevo puente le pasa como al carro de Manolo Escobar, que nos lo roban mientras dormimos o estamos de Romería, lúdica, religiosa o deportiva porque en eso sí, vamos por delante en Extremadura. Y mientras nosotros, romeros, romeros, otros, a lo suyo, silbando «El puente sobre el río Kwai».