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Una antigua aspiración que empieza a tomar forma en 1978

Antonio Montero casi logra solucionar el asunto en 1993, tras la creación de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz[antetitulo.135].POLITICOS E IGLESIA ABORDARON EL PROBLEMA EN VARIAS OCASIONES SIN EXITO.

Una antigua aspiración que empieza a tomar forma en 1978

Cuándo brota la necesidad de que Guadalupe y los 31 municipios adscritos a la diócesis de Toledo se integren en la provincia eclesiástica extremeña? La aspiración no es nueva, pero probablemente se hiciera más patente tras la división provincial moderna de España.

En 1978 se reunieron en Guadalupe los tres obispos de las diócesis extremeñas, 100 sacerdotes y 1.000 seglares y se creó un consejo para el estudio del problema. En 1983, con la aprobación del Estatuto de Autonomía se estableció que el Día de Extremadura coincidiera con la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe.

En esta línea de trabajo se había iniciado el anterior arzobispo de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, quien abanderó una primera campaña. Y sus esfuerzos por poco fructifican en 1993, en el momento de la creación de la provincia eclesiástica Mérida-Badajoz (que aglutina a las diócesis que hay en la región). En aquel momento se quiso que los límites pastorales coincidieran con las provincias civiles. No se logró con Guadalupe y los 31 municipios, ni con Béjar o Fuentes de Bejar, que --aunque salmantinos-- están dentro de la diócesis de Plasencia.

Por su parte, el primer presidente de la Autonomía, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ya en un discurso del Día de Extremadura incluía el asunto en su lista de reivindicaciones. El titular de EL PERIODICO EXTREMADURA del 8 de septiembre del 2004 rezaba:"Ibarra reclama Guadalupe para la región eclesiástica extremeña". En aquel momento el entonces presidente decía que no era un capricho o reivindicación "sino necesidad" por "tratarse de un símbolo identitario que nos refuerza y nos une".

El tema parecía estar desconocido por el anterior nuncio del Vaticano en España, Manuel Monteiro de Castro, quien en una visita a la región desconocía que la Virgen de Guadalupe fuera la Patrona de Extremadura. Aseguraba que era un asunto que había que estudiar y para el que no tenía respuesta en aquel instante.

Política e Iglesia habían puesto el problema sobre la mesa en 1993 y 2004, con escasa repercusión. Han sido los ciudadanos quienes en los últimos años, de manera espontánea, se han organizado en torno a la Asociación Cívica Extremeña ´Virgen de Guadalupe´ para llevar a buen puerto esta legítima aspiración.

El punto de inflexión de todos estos esfuerzos se produjo el pasado 18 de febrero cuando la Asamblea de Extremadura aprobó por asentimiento una declaración institucional en la que solicita que Guadalupe, cuya Virgen es patrona de la comunidad, deje de pertenecer a la diócesis de Toledo y pase a la provincia eclesiástica extremeña.

Esta declaración institucional resume el sentir del pueblo y fue consensuada entre socialistas y populares. Se leyó al comienzo de la sesión por el presidente Juan Ramón Ferreira. En un marco de profundo respeto a la independencia y autononía de la iglesia católica se dio un "expreso apoyo" a que Guadalupe dependa de una jurisdicción eclesiástica con sede en territorio extremeño.

En el texto se señala que Guadalupe se identifica además de por su carácter religioso, por su relevancia histórica y cultural. Guadalupe se refuerza como símbolo identitario del pueblo extremeño. La declaración institución marca, sin lugar a dudas, un punto de no retorno en todo este complejo asunto.

Las más de 10.000 firmas que ha recabado Guadalupex muestran la especial sensibilidad de todos los espectros de la población con el tema. Ciudadanos de distintas profesiones y estratos sociales expresan su apoyo a esta aspiración. Muchos incluso más preocupados por la vertiente social o cultural, más que por la puramente religiosa.

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