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La Virgen de Guadalupe y el Real Monasterio, referentes determinantes de Extremadura

La Virgen de Guadalupe y el Real Monasterio, referentes determinantes de Extremadura

Cuando se habla de Guadalupe inmediatamente viene a nuestra mente Extremadura, y es porque forman una cierta identidad difícil, por no decir imposible, de separar. Por ello el 8 de septiembre, festividad de la Virgen de Guadalupe, fue el motivo determinante para elegir esa fecha, como la más apropiada para la celebración del Día de Extremadura, “por su arraigo popular y por la dimensión histórica y cultural que representa”.

Esta identificación adquiere mayor trascendencia en actos de gran relevancia, como quedó patente en la solemne ceremonia de instauración de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz en el Teatro Romano, cuya ceremonia estuvo presidida por la imagen de Nuestra Señora la Santísima Virgen de Guadalupe.

En esta fecha tan memorable, creo que es de justicia recordar a los extremeños, que residen fuera de nuestra Comunidad y de modo especial a todos los Hogares y Casas de Extremadura, que viven este día de modo especial y rinden homenaje a la Virgen de Guadalupe, que preside sus centros y es símbolo de identidad de nuestro pueblo.

Dicho lo cual, no deja de ser paradójico que la Patrona de una región, hoy Comunidad Autónoma de Extremadura, siga perteneciendo a la archidiócesis de Toledo, en el territorio civil de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha y no en la Provincia Eclesiástica de Extremadura, lo que constituye una sinrazón y vulnera el deseo justo de los extremeños, tanto desde el punto de vista religioso, como en un plano social, sentimental y espiritual.

Todas las instituciones, civiles, religiosas y eclesiásticas demandan que desaparezca este anacronismo histórico, reminiscencia medieval y reliquia del poder feudal del pasado.

Con la creación, en 1994, de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz y elevada al rango de Iglesia Metropolitana, parecía que todo iba a cambiar. Su primer arzobispo monseñor Antonio Montero, ha manifestado en reiteradas ocasiones su decepción, por haberse jubilado sin conseguir la integración del Monasterio de Guadalupe, centro de espiritualidad de los extremeños, en el ámbito de la jurisdicción eclesiástica que razonablemente le es propia, y que los obispos de las diócesis extremeñas, tanto actuales como anteriores vienen reclamando.

Significativas fueron también, por citar solo estos dos ejemplos, las palabras de Amadeo Rodríguez en la homilía de despedida como Obispo de la diócesis de Plasencia, en la que se expresó en los siguientes términos: “Invoco de un modo especial la protección de la Santísima Virgen de Guadalupe, Patrona de los hijos de esta bendita tierra extremeña; esos que legítimamente desean su casa-santuario en la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, el espacio común de la fe que el Papa Juan Pablo II nos concedió para que fuéramos la Iglesia del Señor que camina en la Comunidad Autónoma de Extremadura”.

Parece que nada de esto le importa al arzobispado de Toledo, que sigue sumido en su silencio displicente y se niega a tratar de este problema, lo que está creando malestar en la jerarquía eclesiástica, desconcierto entre los fieles y daña la imagen de la Iglesia, de la que formamos parte los cristianos extremeños. Por ello, tenemos derecho a pedir lo que consideramos justo y razonable, es decir, que la Patrona de Extremadura pertenezca a la jurisdicción eclesiástica de la que es referente, lo que es acorde con la doctrina oficial de la Iglesia y la unidad pastoral que recomienda.

Ha llegado la hora en la que el arzobispado de Toledo reconozca, entre otras cosas, que el sentimiento de los extremeños va siempre acompañado de su dedicación y entrega a todo aquello que contribuye a la exaltación de su Patrona y Santuario. Prueba de ello fue el proyecto Guadalupe 2007, Año Jubilar, con motivo del centenario de la proclamación de la Virgen de Guadalupe como Patrona de Extremadura. Además de los actos religiosos, no hay que olvidar el gran impacto mediático y la repercusión social que tuvo la exposición Caminos de Guadalupe. Guadalupe en Madrid, en la que se mostraron en la capital de España obras de arte únicas de pintura, escultura, orfebrería, bordado y códices miniados. Dicha exposición fue visitada por más de medio millón de personas.

Conviene también recordar las inversiones realizadas por la Junta de Extremadura en el Monasterio de Guadalupe. Desde 1997 a 2017 lo invertido por la Junta tanto en la conservación y restauración de bienes culturales, como en los servicios de patrimonio y obras asciende a 2.388.232,83 euros.

Durante muchos años hemos suplicado al arzobispado de Toledo generosidad para resolver este problema y su única respuesta ha sido de nuevo el silencio. Dejar pasar el tiempo, y que sean otros los que tengan que resolver este litigio, no es la solución, y lo que se consigue con esta forma de actuar es agravar el problema, fomentar el malestar y dejar en el ambiente un ejemplo poco edificante. Por lo que pedimos, una vez más, al arzobispado de Toledo que deje de poner obstáculos y atienda las justas demandas de los extremeños y de sus obispos, ya que no conocemos ningún caso en el que la Patrona de una región, hoy Comunidad Autónoma, pertenezca a una circunscripción eclesiástica ajena a su territorio.

No vamos a permitir que esta situación se perpetúe, y a partir de ahora, tomaremos las medidas que sean necesarias para terminar cuanto antes con esta grave injusticia, que vulnera los derechos legítimos de los extremeños.

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