Se ha ido con la misma discreción y sencillez con la que vivió. El empresario, ganadero y hombre de campo Agustín Reina Villarroel (77) falleció la semana pasada y esta luctuosa noticia ha pasado desapercibida para todos los medios de comunicación, sumergidos en la vorágine del covid y sus consecuencias. Creo que es de justicia rendir homenaje a este señor del agro regional que me enseñó poco a poco las virtudes de la raza vacuna charolesa.

Reina fue tesorero y presidente de la Asociación de Criadores de Ganado Vacuno Charolés de España (1984-2010). También fue un buen presidente de Asaja, asociación a la que dedicó su esfuerzo y dedicación durante años sin esperar relumbrón o recompensas. Ganó las elecciones al campo en Extremadura y remozó su sede social cuando estaba en la calle doctor Marañón. Menudo y redondo, buen observador, Agustín Reina era una persona encantadora, luchadora incansable, siempre dispuesto a todo, con espíritu conciliador y con una sonrisa permanente. De hecho, su más cercano colaborador en la asociación, Diego Guerrero, le seguía tratando de «presidente» décadas después de que abandonara el cargo. La última fotografía que tenemos de él en nuestro archivo data de 2013.

Agustín Reina fue un hombre generoso que perdió su tiempo y su dinero en pro del agro regional, asistiendo a reuniones por toda España. Su explotación ganadera se encuentra entre Brozas y Alcántara. Allí estaba siempre, con sus trabajadores, feliz subido al tractor y ayudando al que lo necesitaba. Pasaba todo el tiempo a pie de campo y no abandonaba la finca salvo para estar con su mujer, hijos y nietos. Aunque pueda parecer un tópico, casi hagiográfico, Agustín Reina era un gran amigo de sus amigos y deja una familia desolada. Y al campo extremeño más huérfano que nunca de gente auténtica y sencilla como él.