Un joven cacereño de 24 años se sentó ayer en el banquillo de los acusados para responder de hasta 13 delitos de violación, un delito de coacciones y dos de detención ilegal, así como de dos faltas de maltrato, todos ellos presuntamente cometidos en la persona de su expareja. Se enfrenta por ellos a penas de más de cien años de prisión --115 pide el fiscal y 148 la acusación--, pero él aseguró ayer en el juicio que todo "es falso" --la defensa solicita la absolución--.

J. I. S. B., que el 12 de noviembre del 2003, tras casi dos años de relación, fue denunciado por su expareja, dijo sentirse víctima de una farsa. Manifestó no entender la actuación de ella, "pues jamás la pegué ni la forcé, todos los contactos sexuales que tuvimos fueron consentidos", y manifestó su consideración de que su expareja le denunció "por celos, porque la dejé y estoy con otra". Llegó incluso a afirmar que la víctima es él, "pues es ella la que siempre me ha perseguido para que volviera".

Ella, por su parte, se mantuvo firme al relatar las constantes agresiones físicas y verbales que sufrió por parte del acusado durante los casi dos años que duró su relación --desde agosto del 2001 hasta marzo del 2003--, que se rompió, declaró, cuando él la agredió estando ya embarazada.

El abogado del acusado cuestionó el por qué si sufrió dos años de agresiones sexuales y maltrato nunca denunció, a lo que ella manifestó que nunca lo hizo "porque él siempre me pedía después perdón y me aseguraba que iba a cambiar, y yo, como le quería, me autoconvencía de que iba a ser así".

TESTIMONIOS Los compañeros y amigos de la pareja, que declararon en el juicio como testigos, reconocieron que el acusado tiene un carácter violento, machista y algo agresivo, aunque todos aseguraron no haberle visto nunca agredir a su expareja.

Destacaron los testimonios de una compañera de trabajo de la denunciante, que confirmó la versión de ésta de que el acusado, habiendo ya roto la relación, la acosaba constantemente yendo incluso a diario a buscarla a su trabajo; así como el de la actual pareja del procesado. Esta, que ya había mantenido con él una relación anterior a la de la mujer que le ha llevado ante la justicia, negó que él la agrediera en alguna ocasión, pero la acusación aportó como prueba una denuncia que ella interpuso en agosto del 99 contra J. I. S. B., tanto en la comisaría como en el juzgado, por maltrato y acoso.

Por su parte, la psicóloga y trabajadora social que declararon como peritos concluyeron en su informe que los hechos descritos por la supuesta víctima "son creíbles, su relato es coherente y es muy probable que sí haya estado sometida a un proceso de maltrato y agresiones sexuales".

La defensa insistió en cuestionar el por qué no denunció antes, a lo que ellas indicaron que es "algo habitual en estos procesos tardar en denunciar, porque la víctima suele estar totalmente dominada por el agresor".