Cientos de coquillos, rosquillas y pan de anís vendieron ayer los vecinos de Aldea Moret durante la celebración de la tradicional romería de la ermita de Santa Lucía.

Los dulces han sido preparados por las mujeres que forman el taller solidario de la barriada, y su recaudación irá a parar al centro pastoral Jesús Obrero, que ha sido reformado recientemente, pero aún no se ha terminado de pagar.

Más de 550 regalos se repartían este año en la tómbola, organizada también por el taller solidario. Para ello han contado con la colaboración de algunos de los establecimientos cacereños, que voluntariamente han cedido sus productos para que fueran rifados allí. Esta vez el premio gordo consistió en dos maletas de calidad y un microondas --el año pasado fue una bicicleta--.

Como manda la tradición, los vecinos se reunieron en torno a las doce del mediodía en la ermita de Santa Lucía.

El cielo encapotado y el aire hicieron que, fuera de lo habitual, esta vez la misa tuviera que ofrecerse en el interior de la iglesia --siempre se ha hecho fuera--.

Sin embargo, como no llovió, los vecinos se echaron a hombros a su Virgen, la de los invidentes, y la sacaron en procesión alrededor de su parroquia.

Los tenderetes, las barras, la clásica rifa del borrego y los juegos infantiles --se instaló un castillo hinchable-- completaron esta velada festiva que congregó, como siempre, a cientos de cacereños devotos de varios sitios de la ciudad y de la provincia.

El obispo de la diócesis de Coria-Cáceres, como es normal, quiso también acompañar a los cacereños durante la celebración de la cita festiva.

Una agradable jornada en la que los mineros disfrutaron a lo grande de su gran día. No faltaron la cerveza, los bocadillos, las tortillas de patata, las neveras y la música que hizo bailar a todos los presentes.