Siempre hay un momento en la vida de los hombres con responsabilidades políticas o militares en los que llegan a las orillas del ‘Rubicón’ --como le pasó a Cayo Julio ‘César’ con todas sus legiones prestas a invadir Italia-- y deben escoger entre retirarse de la aventura política en la que se han implicado, o cruzar el río que separa la paz y la guerra, desafiando a las consecuencias que ello le pueda acarrear.

Una circunstancia que ha tenido que ‘torear’ el presidente Sánchez, en las últimas fechas, ante la postura del ‘pacto trifálico’ --como le ha llamado alguna ‘tertuliana’ ingeniosa en una entrevista-- de partidos conservadores, oligárquicos y ‘ultras’; y la postura ‘camaleónica’ de los independentistas catalanes, que cambian de colores políticos ante cualquier variación del tiempo o del viento; quizá solamente porque el aire venga de Madrid o de Bruselas.

Lo cierto es que unos y otros han quebrado el recto deseo del Jefe de Gabinete de seguir al frente del mismo a lo largo de esta burbujeante legislatura, para completar un programa que hubiera sido esencial para sacar a muchas familias, pueblos, profesionales y gentes de toda laya, del marasmo social y económico en los que le situó el PP, en su último período legislativo; y retrasar lo que ya se anuncia como una nueva ‘crisis’ --otra más de las cíclicas propias del ‘capitalismo’-- que termine haciendo mucho más ricos a los que ya lo son; y mucho más pobres a los que lo vienen siendo desde que nacieron.

Para el presidente Sánchez, el ‘Rubicón’ fueron los Presupuestos del Reino; necesarios para poner en marcha los mecanismos económicos que lubrican los engranajes del Estado. Pero, de no salir adelante aquellos presupuestos, hubiera tenido que ‘pasar’ sobre la actitud insultante y violenta de los ‘líderes’ de la oposición, para impedir que sus ‘adláteres’ del pacto se creciesen, convirtiendo las controversias políticas del momento, un tanto encrespadas por el carácter de ‘cruzados’ defensores de la ‘unidad nacional’, asumido por los tres partidos oponentes; los tres inspirados en aquella ‘Santa Cruzada’ del Movimiento Nacional, que tanto dolor y odio dejó en España.

La suerte ya está echada. Las Elecciones Generales convocadas, y la inconsistencia de los resultados flotando en el ámbito licuescente de las ‘encuestas’. Varios ‘augures’, de distintas procedencias, hacen ‘oráculos’ y adivinaciones sobre el futuro de este lacerado País; aunque parece que son los ‘lobbies’ de la información y de la opinión, quienes tienen mayores medios para predeterminar el ‘sentido’ de los resultados.

Como en ocasiones precedentes, desde que el mundo es mundo, se nos ‘disparará’ con miles de propuestas, de iniciativas ingeniosas, de ocurrencias disparatadas; envueltas con insultos a los oponentes y con descalificaciones de sus programas; para tratar de ‘remodelar’ las ideas o intenciones electorales de los no convencidos. Insultos y descalificaciones que se van repitiendo de campaña en campaña con asombrosa monotonía. Incluso ya, sin haber comenzado aún el periodo de prédicas y mítines, ya algunos líderes nos han obsequiado con los adelantos de su futura campaña, como ‘ejes’ del argumentario que van a repetir infinitas veces en discursos ‘mitineros’, entrevistas radiofónicas, carteles publicitarios y tertulias televisivas.

¡Bajaremos los impuestos a bancos y empresarios! ¡Pero se los mantendremos a los que ya no los pagan, porque no alcanzan el salario base! ¡Mejoraremos todos los servicios públicos, como la sanidad o la enseñanza, haciéndolos ‘privados’, mediante empresas solventes!...

¡Mantendremos la sagrada ‘Unidad de España’ para que todos los que se mueran de hambre, lo hagan, al menos, dentro de la Patria! Aplicaremos severamente el Art. 155 de la Constitución y derogaremos muchos otros --todos los que reconocen ‘derechos y libertades’-- para evitar disidencias y rebeliones.