"¿Te acuerdas cuando hacíamos claqué en el patio del instituto para imitar a Fred Astaire?" "¡Claro! y el baile del Vito...?" "Pues a mí no se me olvida el día que el camarada Flores nos sacó la pistola porque nos íbamos al cine en lugar de rezar el padre nuestro de Falange. ¡Qué tiempos! ¡Pero cómo los añoramos!". Esta fue una de las cientos de conversaciones que ayer se cruzaron, entre sonrisas y lágrimas emocionadas, 120 alumnos que cursaron el Plan del 38 en el Instituto de Enseñanza y que ayer se reencontraron en las viejas aulas del palacio de San Jorge, ahora despachos de la Administración regional.

Procedentes de distintos puntos de Extremadura, España y el extranjero, los compañeros volvieron a verse tras más de medio siglo (hoy tienen entre 71 y 80 años). Muchos se reconocieron, a otros les costó un poco más, pero todos se saludaron con efusión y nostalgia, y los recuerdos comenzaron a salir a borbotones. Jesús, que llegó a ser químico, departía alegre con su amigo Angel, que optó por la carrera militar. La doctora Antonia Cortés saludaba a Lali y Carmen como si el tiempo no hubiese pasado.

"Nuestra vida era sencilla: íbamos a clase y le dábamos al tacón en Cánovas, echando el ojo al chico que nos gustaba. Los domingos, al Norba, a ver películas del Oeste y de Bette Davis", recuerda María Eugenia García. Pero sin embargo tuvieron que superar uno de los planes más duros que se recuerdan (de 1938 a 1946), con Francés, Inglés, Portugués, Alemán y las consabidas Matemáticas, Ciencias, Historia..., aunque tenían excepcionales profesores que a la postre han sido reconocidos con calles en su memoria, como Arsenio Gallego, Miguel Orti Belmonte o Abilio Rosillo. "Ahora nuestros nietos no conocen ni los afluentes del Ebro", lamentan.

De aquel plan salieron destacados profesionales, pero sobre todo las primeras mujeres que rompieron moldes en sus sectores, como Victoria Redondo, ingeniera óptica doctorada en Berlín, o Eugenia García, primera concejala y gerente de empresa en la provincia.