El registro más antiguo de la celebración del Año Nuevo llega desde el Akitu, que era un festival babilónico de hace más de cuatro mil años cuyas celebraciones servían para comenzar el año en torno a la máxima divinidad babilonia: el dios del dragón.

La primera noticia cierta conocida se remonta al tercer milenio a.C., a Mesopotamia. Y no es de extrañar, pues muchas de nuestras costumbres provienen de las olvidadas culturas mesopotámicas, que pueden considerarse, con justicia, los primeros antepasados de nuestra propia civilización. En Roma, fue Julio César quien en el año 46 a.C. modificó el calendario para que tuviera sincronía con el sol. El año nuevo partía en enero, en honor a Jano, dios romano de los comienzos. En la Edad Media, los cristianos consideraron la fiesta pagana y cambiaron la fecha por las del 25 de diciembre y 25 de marzo (anunciación). En 1582 el Papa Gregorio XIII restableció el 1 de enero como día de Año Nuevo.

Es posiblemente la celebración más antigua de todos los días festivos del año. El primero de enero se comenzó a celebrar en tiempos del Emperador Julio César, que reformó el calendario en el año 47 a.C. y lo extendió a 445 días, haciendo comenzar el año 45 a.C. con el primero de enero. Es la celebración del inicio del año siguiente en el calendario, y la más común, el calendario gregoriano la incluyó siendo Papa Gregorio XIII en 1582, y que se utiliza en la mayoría de los países del orbe. Tradicionalmente, el calendario romano comenzaba el primer día del mes de marzo. Sin embargo, era en el mes de enero (el undécimo mes) cuando los cónsules de la Antigua Roma asumían el gobierno, por lo que Julio César, en el año 47 a.C., modificó el sistema, y creó el calendario juliano.

El mes de enero recibió nombre en honor a Jano, «que tenía dos caras, una que miraba hacia adelante y una que miraba hacia atrás», siendo la primera celebración ritual del Año Nuevo de la que tenemos noticia cierta, que se remonta al tercer milenio a.C., a Mesopotamia.

No es de extrañar. Muchas de nuestras costumbres provienen de las olvidadas culturas mesopotámicas y los sumerios, los acadios y los babilonios pueden considerarse, con justicia, los primeros antepasados de nuestra propia civilización. Los babilonios fijaban el comienzo del año en los meses de marzo y abril, algo bastante frecuente en las civilizaciones que basaban sus calendarios en los ciclos agrícolas con algunas modificaciones realizadas en tiempos del cónsul Marco Antonio en el 44 a.C., el emperador Augusto César en el 8 a.C. y finalmente por el papa Gregorio XIII en 1582.

Dicho calendario, que comienza el 1 de enero, se sigue utilizando. El calendario gregoriano ha mantenido en los siglos posteriores la costumbre y la celebración se ha caracterizado en seguir con el significado religioso que prevaleció durante la Edad Media. Con la expansión de la cultura occidental al resto del mundo durante el siglo XX, el 1 de enero se convirtió en una fecha de carácter universal, incluso en países con sus propias celebraciones de Año Nuevo, por ejemplo, China.