"Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es que a los ancianos les da mucho apuro pulsar el botón, porque piensan que están molestando", reconoce Estela Francisco, coordinadora de servicio de teleasistencia en Cáceres. "Y otro, que se les olvida llevarlo colgado del cuello, o que no se lo ponen por temor a que pulsarlo en un descuido", asevera y añade: "Por eso es esencial concienciar a los usuarios de que el servicio está para utilizarlo", afirma.

Esta trabajadora social de 24 años, se inició en Cruz Roja como voluntaria de teleasistencia en la especialidad de ´seguimiento´ --aquellos que visitan a los ancianos que usan este servicio--. "Hay muchas personas que están completamente solas, por eso es fundamental para ellos la función del voluntario, que les pone en contacto con la realidad"; y apostilla: "también pueden detectar si se ha producido algún cambio, que requiera de mayor atención al anciano".

Aún así, las visitas no son el eje de este programa, ya que muchos de sus usuarios cuentan con la compañía de familia o amigos. "En ese caso, estos voluntarios solo se ocupan de realizar el seguimiento a través del teléfono, es decir, de verificar el funcionamiento del medallón y el comunicador y de actualizar los datos que nos proporcionan los ancianos".

En ambos casos mantienen un contacto muy estrecho con las personas mayores. Por eso asegura: "debes aprender a separar tu labor como voluntario de lo personal porque no puedes implicarte demasiado emocionalmente", reconoce.