Era de noche, hacía frío y me encontré con mi amigo Juanjo. Me sorprendió su vestimenta. Llevaba un pasamontañas calado hasta las orejas, un abrigo con su bufanda y botas. "Y eso no es nada. Mira". Desabrochó su abrigo y me enseñó la chaqueta bajo la cual se adivinaba un jersey gordo. Por el cuello sobresalían los picos de una camisa de felpa. "Y debajo una camiseta y los calzoncillos de mi abuelo, hasta los tobillos, y dos pares de calcetines". Chico, ni que fueras a ver una competición de juegos de invierno. "Algo parecido. Es que voy al Auditorio". Aclaró: "¿Te acuerdas del pobre Marcelo?. Pues murió de una pulmonía que cogió escuchando un concierto en el Auditorio".

Esto debía de arreglarse porque el personal aprovecha los conciertos para lucir sus mejores galas y resulta que lo único que luce son bufandas, calcetines y pasamontañas. Bueno, eso si su localidad es de patio de butacas porque al parecer en las localidades de los pisos superiores hace mucho calor. De manera que si te confundes y vas tan abrigado como al patio de butacas coges un sarampión. Ya que el auditorio no es un modelo de estética al menos podría ser cómodo y acogedor.