Desde el 1 de enero de este año hasta el pasado lunes, 23 de julio, el número de accidentes de tráfico ha experimentado un incremento en el tramo pacense de la carretera EX-100 que une las dos capitales de provincia, según datos facilitados ayer por la Jefatura Provincial de Tráfico de Badajoz (la de Cáceres no los dio a conocer, aunque también se solicitaron por parte de este diario). Si en el mismo periodo del 2017 se contabilizaron 21 accidentes, en el de este año la cifra se ha elevado a 27. Lo mismo ha ocurrido con las víctimas, que han pasado de una en 2017 a siete en lo que llevamos de 2018.

Afortunadamente las estadísticas no arrojan ningún fallecido, al menos en el tramo de Badajoz, pero sí un herido hospitalizado en 2018 y otro que no requirió ser trasladado al hospital en 2017. Son unas cifras que vuelven a poner sobre la mesa el debate sobre la conveniencia de convertir en autovía esta carretera secundaria, una de las más peligrosas de la red según la DGT y de las que más tráfico soporta.

La futura autovía Cáceres-Badajoz supondría un avance en la descongestión del tráfico y, una vez que entrara en servicio, reduciría en 30 minutos el trayecto entre las dos capitales de provincia, las únicas de España que no están unidas por autovía, y que podría realizarse en 40 minutos. Fue en 2009 cuando se firmó un convenio entre el Ministerio de Fomento y la Junta para ponerla en servicio. La financiaría íntegramente el gobierno central con 300 millones de euros.

Aunque desde 2016 los trámites y proyectos de contratación y el estudio de impacto ambiental están realizados, lo cierto es que la obra está aparcada, pese a la demanda social. «No tenemos dinero para afrontarla», es lo último que han dicho desde la Junta. El Ayuntamiento de Cáceres, a través de su portavoz, Rafael Mateos, reclamó ayer a ambas administraciones la puesta en marcha de una obra «fundamental -dijo- para las dos capitales».