Fue una noche de luces y lluvia. A pesar de la tromba de agua que cayó poco antes de la medianoche, el sábado de feria consiguió salir adelante. Lo que parecía el fin se convirtió en el principio de la fiesta auténtica. A la una, con el público cobijado todavía en las casetas, el ferial presentaba el aspecto de las grandes ocasiones.

En la caseta municipal, todos bailaban al ritmo de rumbas y los cacereños de toda la vida disfrutaban de su noche más hermosa. Senén Pajares, de la plataforma pro-hospital e intrépido conductor de ambulancias cacereñas, no se atrevía a saltar a la pista.

Mientras tanto, el botellón parecía desaparecido en combate. Los jóvenes se pusieron a cubierto pero no perdieron las ganas de marcha. La caseta de los 40 Principales fue el mejor ejemplo. Más tranquilos se mostraron las nuevas caras de la corporación municipal. Felipe Vela, flamante concejal popular, vestía jersey Lacoste haciendo gala de su elegancia habitual.

VECINOS Y GUARDIA CIVIL

La alegría iba por barrios y nunca mejor dicho. Amador Hernández, presidente vecinal de Los Fratres, lucía palmito en la caseta de la Asociación Cultural Baile de Salón.

Y es que la noche fue, sobre todo, de ellos. Y si no que se lo pregunten a Luis Iglesias, teniente coronel de la Guardia Civil, relajado y bien protegido por familiares y amigos. No le fueron otros a la zaga. Y es que los que vienen de boda, ya se sabe. Los compañeros de EL PERIODICO no paraban de bailar en la caseta del PP como si de la última noche de sus vidas se tratara. Felicidades a Antonio Hernández, eficaz informático de este diario, y a su señora, Noelia. Que conectéis bien de por vida.

Y como de si fuera un cuento de hadas, el ferial se convirtió, de nuevo y hasta las primeras luces del alba, en el lugar donde hacer realidad los sueños de diversión con los que la lluvia no pudo acabar. El año que viene, más.