Once de la mañana y Nuevo Cáceres, a estas alturas, ya no es el barrio residencial que fue, sino un lugar plagado de negocios, centros educativos, sanitarios y el DNI donde es casi misión imposible encontrar un aparcamiento. Al fin en la calle Ávila, muy cerca de una multitienda, hay hueco. A dos pasos, atravesando un pequeño bulevar de frondosos olivos, está La taberna del tiempo, un bar propiedad de Eva María Muñoz, en el que miden la temperatura. Acudir a desayunar a un lugar como este en tiempos de coronavirus te llena de tranquilidad.

Nada más atravesar la puerta, han colocado una alfombra con una solución de un 20% de lejía en agua. «La hemos adquirido en un centro especializado en productos del sector hostelero. La impregnamos con el mismo producto que limpiamos el suelo en la terraza cada vez que se levanta y se sienta la gente», explica Eva.

Además del ya habitual gel hidroalcohólico que se encuentra en todos los establecimientos, la novedad es el termómetro. «Un día que teníamos libre fuimos a Portugal y al entrar al restaurante vimos que lo utilizaban. Pensamos que sería muy positivo hacerlo en nuestro negocio. La medida la hemos adoptado teniendo en cuenta las dificultades a las cuales se ve abocado el sector de la hostelería y muy preocupados porque no haya un mayor número de contagios», indica la propietaria.

Trabajadores

«Nos informamos desde un punto de vista legal, tanto con abogados como con la policía local. Nos dijeron que no había problema. Hemos comprado un producto nacional, un termómetro que nos ha vendido el farmacéutico Casasola. Nos comentaron que las décimas máximas son 37,5 y como tenemos el derecho de admisión, lo que hemos decidido es que si alguien llegara con esa temperatura le explicaríamos que por motivos de salud no podría acceder al local», apunta la hostelera. Afortunadamente no se han dado casos.

Es más, los trabajadores, tanto a la entrada como a la salida, también utilizan el termómetro. En la actualidad hay cuatro empleados, antes eran siete. Ahora, con las nuevas restricciones en Cáceres, confiesa que lo llevan mal. «La bajada de ventas y de pedidos es muy grande. Hemos calculado este fin de semana un 55% menos de venta, y sin que todavía se hubieran puesto en marcha las medidas, pero el miedo que tiene la gente al contagio hace mella». Eso, en dinero, se traduce al mes en unas pérdidas de entre 9.000 y 11.000 euros.

Aún así, no dejan de luchar. Abren a las nueve de la mañana y cierran a las doce. Comienzan con los desayunos, pero ofrecen comidas, meriendas y cenas. En ese empeño de animar al consumo, han bajado el precio del menú a 6,50, con cinco primeros y cinco segundos. «Ayer hicimos cocido extremeño, hoy hacemos patatas con costilla, mañana estofado de lentejas», indica Eva.

El negocio comenzó su andadura en diciembre del año pasado. Les pilló por medio el coronavirus y el estado de alarma, con el duro zarpazo que esta situación acarrea para un sector fundamental en la economía local. Entretanto, medidas como las de este bar de Caceres contribuyen a evitar contaminar los establecimientos y a las personas que se encuentran en su interior. Toda precaución es poca, y en La taberna del tiempo lo saben. El café, el zumo y la tostada de jamón aguardan sobre una mesa libre de covid.