Ya me he referido anteriormente al Brexit, que va a dejar a la última colonia existente en Europa: Gibraltar en una difícil situación, con lo que sin pretenderlo, España podría conseguir una de sus principales reivindicaciones históricas: la recuperación de lo que se perdió en aquella situación inútil de hace ya más de trescientos años (1704).

"La historia moderna de Gibraltar, es la historia de un expolio continuado, que ha hecho del inhóspito Peñón un emporio de riqueza a costa de España, con los españoles como sirvientes" (Editorial 'Gibraltar 300 años de expolio'--José María Carrascal, ABC, domingo 11/08/2013). Las bolsas se hunden, la libra se deprecia, David Cameron presenta su dimisión... Son las primeras consecuencias de la salida de la Unión Europea, y a medio y largo plazo aparecen en el horizonte más efectos del Brexit y posiblemente alguno toque muy de cerca a España.

Desde hace ya más tres siglos siguen en las mismas, pretenden seguir protestando por los controles en ese paso, cuando España está solamente cumpliendo la normativa europea que decidió acabar con los paraísos fiscales que tanto están costando a la Unión Europea. Hay quien calcula ese coste en más de un millón de millones de euros anuales. O sea, casi la astronómica cifra, que en términos mundiales se elevan a 23 billones, que parece una broma.

Y Gibraltar, puede ser considerado un paraíso fiscal, además de ser el último bastión colonial que se mantiene en Europa, y en realidad no es más que una colonia inglesa en territorio español, pues se cedió "sin jurisdicción territorial alguna". Cesión caduca y caducada históricamente. Gibraltar, esa herida abierta en la punta sur de nuestra geografía, supura permanentemente. Y van ya más de 300 años de expolio ininterrumpido, de expansión permanente, de incumplimiento de la palabra dada.

OCUPADO POR una escuadra anglo-holandesa en nombre de un pretendiente austriaco al trono español, Londres exigió en Utrecht, como condición para reconocer al pretendiente francés, a la Corona de España, quedarse con la Roca, "hasta sus murallas", "sin conexión alguna por tierra" y "obligándose a dar a España la primera opción a recuperarla si algún día decidiera deshacerse de ella".

Hoy, ocupa la mitad del istmo nunca cedido, ha arrojado grandes bloques de hormigón a la bahía, tampoco cedida, y protesta porque los accesos terrestres no estén abiertos de par en par para que los gibraltareños puedan ir y venir a su antojo desde sus mansiones en la Costa del Sol a sus oficinas en la Roca, donde se blanquea dinero y realizan ventas de todo tipo, gozando además de nuestros servicios sociales, la sanidad incluida, sin pagar un duro a nuestra Hacienda.

La reunión de ministros de Exteriores de la Unión Europea que se celebró el pasado lunes 18 de julio del presente año en Bruselas (Bélgica) fue escenario del primer encuentro entre los jefes de las diplomacias española y británica --José Manuel García-Margallo y Boris Johnson, respectivamente--. El informal intercambio de impresiones entre ambos dio lugar nuevamente a lo que el ministro español ya ha repetido a algún colega suyo inglés: "La broma de Gibraltar ya dura demasiado tiempo".