El cabo del Ejército acusado de violar a una recluta en las instalaciones del Cimov reconoció ayer en el juicio, celebrado en la Audiencia, que entre ambos hubo relaciones sexuales, pero aseguró que fueron consentidas.

La presunta víctima, por su parte, mantuvo que él la forzó "con amenazas basadas en su rango superior", y manifestó que no denunció enseguida "por temor a que me echaran del Ejército y a que, como me había advertido, le creyeran a él y no a mí".

La defensa, argumentando las "continuas contradicciones en que ha incurrido la denunciante", su carácter "antisocial y conflictivo" y sus "continuas falsedades demostradas durante el proceso y en esta vista", solicitó la libre absolución de su defendido.

Por su parte, la acusación y el Ministerio Fiscal consideraron probados los hechos y solicitaron sentencias condenatorias. La primera pidió para el procesado 27 años de prisión --24 por dos delitos continuados de violación y tres por el delito de detención ilegal-- y el fiscal 13 años --10 por violación y tres por detención--.

VERSIONES CONTRARIAS El acusado y su presunta víctima dieron distintas versiones sobre lo ocurrido en la madrugada del 27 de abril del 2002 en la base militar. Mientras él manifestó que ella "se autoinvitó" a su habitación, ella aseguró que fue él quien la invitó; y ante la afirmación de la recluta de que fue forzada, el acusado aseguró que las relaciones "fueron consentidas".

También cuestionó la defensa que la chica fuera retenida contra su voluntad. Se basó en las declaraciones de los testigos --hasta una decena de militares-- que aseguraron que las puertas de las habitaciones pueden abrirse por dentro aunque estén cerradas con llave. Ante este hecho se preguntó por qué la joven, "si es cierto lo que dice", no huyó en alguna de las dos ocasiones en que se quedó sola.