La plaza Mayor se convirtió ayer en catedral para albergar una misa de campaña en honor a la Virgen de la Montaña, que bajó en procesión desde su santuario con motivo no sólo de su tradicional novenario sino de la conmemoración del primer centenario de la declaración de su patronazgo canónico. Cáceres vivió una jornada intensa que en su puesta en escena, boato y esplendor religioso recordaron a los actos que antaño acogía la capital cacereña cuando se trataba de festividades relacionadas con la patrona, incluidas aquellas visitas del Nuncio de Su Santidad que aún permanecen en la memoria histórica de la ciudad.

Coincidiendo con el segundo Domingo de Pascua, alrededor de 4.000 cacereños, según datos facilitados por el jefe de la policía local, César García González, se dieron cita en la plaza Mayor. La comisión del centenario, formada por el ayuntamiento y la cofradía de la Montaña, desplegó toda su maquinaria para la organización con 20 jardineros, 25 operarios de la sección de Obras y dos conductores que comenzaron a trabajar a las seis de la mañana.

En las escalinatas de acceso al Arco de la Estrella se colocó la tribuna, decorada con tela azul cielo, desde la que se ofició la misa. Frente al escenario, a la altura del restaurante El Pato, se instalaron gradas con capacidad para más de 600 personas. Sobre las 12.30 la patrona llegó a la plaza entre aplausos, música de la Coral Santa María y piezas de Bach tocadas al órgano.

La eucaristía estuvo presidida por el obispo, Ciriaco Benavente, y concelebrada por 25 sacerdotes de la diócesis. A la derecha de monseñor se colocaron los representantes de la corporación municipal, autoridades civiles y mandos militares y a la izquierda, las cofradías penitenciales y de gloria. Detrás del prelado, justo en las escaleras del Arco de la Estrella, se instaló una peana adornada con flores para la patrona y tras ella los miembros de la coral seguidos por 120 hermanos de carga de la cofradía y la Asociación de Mantillas.

En su homilía, Benavente, recordó el inició de la devoción cuando en 1621 el anacoreta Francisco Paniagua recorría la ciudad con una Virgencita que aún se conserva, implorando limosna para levantarle una capilla. El prelado relató cómo en 1668 el voto unánime del municipio declaró patrona a la Montaña por aclamación popular y cómo ese patronazgo se sostuvo y acrecentó durante cuatro siglos hasta que el 20 de febrero de 1906 obtuvo el reconocimiento canónico solemne de la Santa Sede siendo Papa Pío X y obispo de Coria Ramón Peris Mencheta. Monseñor, que apeló a la defensa de los valores y de la familia, ensalzó la simbología religiosa de la Montaña, pero también resaltó que forma parte de la antropología cultural de la sociedad cacereña.

Por su parte, el alcalde, José María Saponi, pidió la intercesión de la Virgen para el progreso de la ciudad y sus retos de futuro --la capitalidad del 2016 entre ellos-- y para dar trabajo a los jóvenes.

LOS REGALOS En el transcurso de la misa se procedió a la bendición del estandarte conmemorativo del centenario, ofrecido por la ciudad de Cáceres a su patrona. Confeccionado por María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la Virgen en el centro sobre la que se puede leer su título teológico de Madre de la Divina Gracia. Finalmente, en el ayuntamiento se descubrió un relieve obra de Antonio Fernández instalado en las escalinatas centrales del consistorio y que simboliza su condición de copatrona de Cáceres con San Jorge.