Que en el centro de Ecuador haya personas que vivan de lo que encuentran rebuscando en la basura no suena raro. Con lo que hallan que se pueda reciclar consiguen el dinero para salir adelante como pueden. En América Latina se les conoce como chamberos, una ocupación que no se limita a los adultos sino que también llega a los menores por la facilidad que tienen para trepar entre las montañas de basura.

Fruto de la colaboración entre el Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo (Felcolde) y la Diputación de Cáceres con la Agencia Española de Cooperación Internacional, el proyecto para sacar a los chamberos de los vertederos empieza a dar sus frutos. A principios del próximo año empezará a levantarse un centro de tratamiento de residuos que dará empleo a 25 familias y supondrá que, de forma paralela, los niños puedan acudir a escuelas que han sido mejoradas con fondos de cooperación.

La iniciativa se desarrolla en un área de 40.000 habitantes del centro de Ecuador y agrupa a los municipios de Pallatanga, Cumandá y Bucay. Técnicos de la diputación prestan asesoramiento técnico para que se pueda levantar la planta de residuos, del que se obtendrá el material reciclado para que los trabajadores puedan ganarse la vida dignamente. Con la fórmula de una asociación, los chamberos que antes nadaban entre ríos de desechos con el consiguiente peligro para su salud, la tendrá ahora garantizada gracias al proyecto en el que participa Cáceres. Tanto es así, que hasta podrán comercializar el vidrio, papel, alumnio o hierro que obtengan bajo una dirección técnica.

Compromiso local

En el milagro de recuperar a los chamberos para convertirlos en recicladores tienen mucha responsabilidad los municipios ecuatorianos que, desde el principio, se comprometieron a apoyar el proyecto. Además de la construcción del centro de gestión integral de residuos, también dispondrán de un vehículo recolector para dar servicio a los tres cantones, de manera que los desechos puedan llevarse cuanto antes a la planta.

Hasta ahora, explican técnicos de la institución provincial, la basura se acumulaba de forma descontrolada en esta zona hasta el punto de encontrar vertederos en la cercanía de los ríos. La construcción del centro integral, con un coste de 200.000 euros, resolverá un problema que en Europa sería inimaginable. Tal es la gravedad que ni los niños acudían a la escuela al tener que ayudar a sus padres en la recogida, situación que ahora podrá resolverse con ayudas para la escolarización en escuelas unidocentes, que cuentan con un profesor y están en zona de sierra.

Durante el próximo año el centro para tratar residuos será una realidad. A una veintena de familias les parecerá que la vida tiene otro futuro, al menos no rodeado de basura.