La historia aérea de Cáceres, si es que existe, está llena de turbulencias. En realidad se trata de una sucesión de proyectos que abortan el vuelo antes de despegar. Si hace cuatro años los cacereños se veían a bordo de un Boeing rumbo a París, Roma o San Petersburgo en líneas de bajo coste, con salida desde el aeropuerto internacional proyectado junto a Aldea del Cano, ahora deben dar gracias si por fin se ejecuta el único proyecto firme sobre la mesa: la creación de un aeródromo muy cerca de la ciudad (en dirección a Malpartida). Un grupo de empresarios y profesionales de prestigio, reunidos en la Fundación Cáceres Capital, ha decidido presentar la iniciativa para solventar esta larga carencia que ya hace mella en Cáceres, una de las pocas ciudades europeas de más de 100.000 habitantes sin infraestructura aérea, y la única de todas las candidatas al reto 2016.

Curiosamente, la aviación cacereña alcanzó sus máximas aspiraciones a principios del siglo XX, cuando Cáceres mantuvo una línea regular de pasajeros con Madrid durante la Segunda República, en los años 30. Los aviones aterrizaban y despegaban del campo de aviación recientemente inaugurado por entonces. Años después, ese mismo campo multiplicaría su uso para fines bélicos debido al inicio de la Guerra Civil. La mismísima plana mayor de la legión alemana Cóndor ocupó el castillo de las Arguijuelas y convirtió el campo de aviación en base de algunos de los aparatos con los que Hitler apoyó a Franco. También albergó una escuadrilla de cazas italianos Fiat-Chirri.

Aeropuerto en los 70

Acabada la guerra, a Cáceres se le presentó otra oportunidad para levantar sus pretensiones aéreas con la creación de una escuela de cazas, pero finalmente se ubicó en Talavera la Real. El campo de vuelo acabó incluso desapareciendo con el traslado del ferial, pero las instituciones no dieron por finalizadas las aspiraciones de la ciudad. En mayo de 1975, la Dirección General de Aviación Civil comenzó a realizar amplias expropiaciones al sur de Cáceres para habilitar otro campo de vuelo con miras a un futuro aeropuerto. Así se creó La Cervera, sobre un gran llano a unos 15 kilómetros de la capital y a 500 metros de la N-630. Era un enclave idóneo, sin montañas, sin grandes riberos cercanos y sin arboledas, con niebla sólo unos veinte días al año, con clima favorable y una buena orientación según los vientos predominantes de componente oeste y suroeste.

La diputación cacereña vio con buenos ojos el proyecto de aeropuerto y comenzó por construir una pista de 1.400 metros en dos fases. Sin embargo, no hubo más avances, y parece que el grave accidente de Los Rodeos (Tenerife) pudo influir en ello. Años más tarde, la diputación estudió otro proyecto para un aeropuerto de tercer nivel, vinculado con la creación de las Líneas Aéreas Extremeñas de Juan Rosco, pero tampoco prosperó.

La Cervera quedó como campo de vuelo, y así funcionó desde 1988 hasta 2008, sólo utilizado por el Aeroclub de Cáceres (ultraligeros), la Agrupación Cacereña de Aeromodelismo y la Asociación Experimental de Aviación, que ha solicitado en repetidas ocasiones su conversión en aeródromo. También lo intentó el ayuntamiento durante la penúltima legislatura de José María Saponi (1999-2003), que llegó a elaborar un estudio. La Cámara de Comercio avaló el proyecto con un informe exhaustivo. La inversión era asequible y sólo se necesitaba que cualquier institución pidiera los terrenos a Aviación Civil, pero no se hizo.

Más desilusiones

Ya en el 2004 saltó la noticia de que el nuevo plan de urbanismo contemplaba, de nuevo, un aeropuerto de tercer nivel (vuelos interiores de pasajeros y mercancías) en La Cervera. "Un aeropuerto en Cáceres no es una quimera", dijo Saponi, dispuesto a retomar contactos con Aviación Civil. Meses más tarde, la Junta también anunció que se estudiaba la viabilidad de un aeropuerto. Después, más años de silencio. De hecho, La Cervera ya no se utiliza hoy por su entorno protegido y su falta de seguridad.

El proyecto con mayúsculas fue anunciado por el expresidente extremeño Rodríguez Ibarra en mayo del 2006: la creación de un aeropuerto internacional, promovido por Caja Extremadura con apoyo de la Junta, sustentado en el boom de las líneas de bajo coste. En 2008 se desveló el estudio de viabilidad: estaría a 17 kilómetros al sur de Cáceres, entre Aldea del Cano y Casas de Don Antonio, cerca de la A-66, de la futura autovía Cáceres-Badajoz y del AVE. Los datos eran esperanzadores: 150 millones de inversión en la primera fase, 2.500 empleos, puesta en funcionamiento en 2012 o 2013, y una perspectivas de 1,1 millones de viajeros hacia el año 2020.

Caja Extremadura lideraría la inversión, pero necesitaría más apoyos. En esa búsqueda comenzó a languidecer el proyecto. Finalmente, el pasado mes de noviembre se anunció su paralización. "Está congelado, retrasado y aparcado", subrayó el consejero extremeño de Hacienda, quien emplazó a mejores tiempos económicos para retomarlo. La cuestión es si podría continuar tal y como se gestó, debido a los cambios en el sector aéreo.

Y en adelante... ¿qué?

Visto lo visto, los empresarios de la Fundación Cáceres Capital han decidido presentar ante la Junta una propuesta propia de aeródromo. Financiarían su coste (alrededor de 1 millón de euros en la primera fase) y además cuentan con unos terrenos bien situados, sin tener que comprarlos. Se trata de la finca Marradas y Cintado, de 266 hectáreas, junto a la N-521 y a 12 kilómetros del centro urbano. Ha sido cedida por la Fundación Valhondo Calaff, presidida por el subdelegado del Gobierno, Fernando Solís, muy identificado con esta iniciativa. El proyecto cuenta con el apoyo de todas las instituciones. El colectivo Cáceres Capital pondrá todo su empeño en que salga adelante. De hecho, ya realizó dos propuestas anteriores de aeropuerto y aeródromo, y ahora apuesta fuerte por este proyecto, que también podría albergar, en el futuro, aviones de mayor envergadura.

Si todo marcha según lo previsto, el primer aparato despegaría en el 2012. En principio serían avionetas y aerotaxis para el traslado de turistas, empresarios, congresistas, cazadores o amantes de la rica naturaleza extremeña, y para el transporte sanitario y de mercancías. La fundación afirma que hace falta, mucha falta. Mientras, Cáceres sigue a la espera de su primer vuelo con su maleta llena de proyectos.