En los años 50 veía desde su casa en la avenida de Alemania la estación de tren y el paisaje de la Sierrilla. Ahora, con 90 años y tras una vida dedicada a la pintura, José Luis Turina reflexiona sobre su historia de amor con la capital cacereña.

--¿Qué recuerda de esos años?

--Fueron magníficos, con mucha actividad. Enseguida me reconocieron como artista y participaba en todos los actos culturales y artísticos de la ciudad.

--Hacía 50 años que no exponía en Cáceres. ¿En qué ha cambiado su pintura?

--He evolucionado hacia lo moderno, a una simplificación de detalles y quizá hacia una geometrización. Los primeros cuadros fueron académicos. Antes pintaba con modelo y luego los hice con mis recuerdos.

--¿Qué ha querido reflejar con el cuadro de la Sierrilla?

--Vivía en el último piso de la avenida de Alemania y cambié la carretera de Salamanca por un riachuelo. También visitaba un amigo profesor, Emilio Macías, que tuvo una casa en la Sierrilla.

--¿Qué imagen proyecta el Cáceres actual en el exterior?

--Tiene un barrio antiguo extraordinario, que sorprende por cómo se conserva. Es atractivo para todo el mundo. La ciudad ha cambiado mucho. He pasado por la calle Pintores y tiene un comercio estupendo.

--¿Ganará la capitalidad cultural europea del 2016?

--No lo sé, pero tiene muchas posibilidades. Cáceres se lo merece porque es una ciudad completamente artística, con ese barrio antiguo y todo el ambiente de la provincia con paisajes como la Vera, que es una maravilla, Trujillo o Yuste.

--¿Cómo es su día a día?

--Ya no pinto porque la vista no me deja, pero lo he hecho hasta hace dos años. Ahora me dedico a hacer restauraciones y trabajos de ese tipo, como la limpieza de cuadros.