Hace unos días estuve en Badajoz, la ciudad que a todas horas nos están diciendo que le gana a Cáceres. Me gusta mucho Badajoz, siento allí siempre una paz infinita. Suelo acudir a los conciertos del López de Ayala, a comerme un bocata de jamón en La Marina y a beberme un gintonic en el Dadá, que está en la plaza de la Soledad y que les recomiendo. Sin embargo, esta vez, paseando por la calle Menacho me quedé verdaderamente noqueado al ver que en las tiendas de la emblemática vía comercial pacense no había ni el tato, y eso que era viernes y acababan de encender las luces de Navidad.

Entonces, más que pensar en Cáceres me miré en el espejo de Cáceres y me dije que no estamos tan mal como decimos. Esta semana, sin ir más lejos, han inaugurado la iluminación navideña, lo han hecho con cierto retraso porque aquí, ya saben, somos un poco del ‘puñino cerrao’, pero estaba Cánovas a reventar de gente.

Me sentí tan feliz que no dudé en visitar algunos de mis sitios favoritos. Así que empecé por El Globo, que está en la avenida de la Hispanidad, frente a los juzgados, comiendo un arroz con bogavante. Luego, llegada la hora de la cena, me fui al Bouquet, en Las Piñuelas, tapería donde sirven unos huevos estrellados con jamón que están de morirse. Como se me habían despertado las ganas de un refrigerio no lo dudé y terminé la noche en el Charlotte, que con tanta profesionalidad lleva Jorge Toril en la calle Amberes (por el Eroski) y que ha estrenado nueva decoración.

Cáceres tiene potencial (si hasta tenemos una pista de hielo en la plaza Mayor, que me encanta porque las plazas públicas son de todos y porque están para disfrutarlas y porque los comerciantes están contentísimos ya que la instalación puede aumentar su recaudación). En Cáceres lo tenemos todo, solo nos falta más empuje público. No desfallezcamos, creo que lo conseguiremos. De momento, para inspirarme, el próximo domingo, 16 de diciembre, no pienso perderme el musical de Tadeo Jones en el Palacio de Congresos. Mi personaje favorito es Momia, no solo por su innato salero, sino porque gracias a él me he dado cuenta de que todo es posible y hasta podemos ser invencibles. Cáceres, hazme caso, tú siempre arriba.