Las recientes noticias conocidas en los últimos meses rompen con un periodo lleno de incógnitas para el futuro de Cáceres. Los cierres de Waesterbach, el Banco de España, la casi desaparición del Cimov y el proyecto frustrado del hotel singular de los propietarios de Atrio habían sumido a la ciudad en una difícil situación. La ciudad feliz se enfrentaba sin pulso ni ilusión a la candidatura para la capitalidad cultural europea del 2016. Pese a la acertada campaña de lanzamiento, Cáceres no estaba a punto para aprovechar el tirón de un proyecto que necesita la adhesión de todas las fuerzas de la ciudad.

En 1973, con la creación de la Universidad de Extremadura, se abrieron grandes expectativas, inicialmente se planteó el semidistrito de Cáceres como el especializado en las carreras de Letras: Derecho, Filosofía, Historia del Arte... Para compensar las más importantes carreras de Ciencias que se concentraron en Badajoz, se concedieron dos carreras que en aquellos tiempos no parecían que iban a tener tanta trascendencia: Veterinaria e Informática. Con el tiempo, estas dos disciplinas pueden suponer los primeros ejemplos de la consolidación de la universidad extremeña a nivel nacional en internacional.

La Facultad de Veterinaria, con el Centro de Cirugía de Mínima Invasión, es ya una referencia a nivel internacional, posición que va a verse reforzada, aún más, con el nuevo centro en construcción. A la Escuela Politécnica le faltaba ese centro de aplicación de los conocimientos allí impartidos para que, en estrecha colaboración con los equipos docentes, permitiera la permanente puesta al día de sus conocimientos. La noticia de que una empresa como IBM haya decidido instalarse al lado de la universidad cacereña es una gran noticia, no sólo por los 400 o 500 puestos de trabajo, sino por lo que va a suponer de elevación del nivel y prestigio de los estudios de informática cursados en la facultad cacereña. De esta forma ambas carreras deben adquirir una notoriedad que va a ser necesaria en los difíciles tiempos de la competencia entre universidades para captar alumnos, a la vez que permitirá atraer y retener a personas de reconocido prestigio.

Las otras grandes noticias, que abren nuevas expectativas a nuestra ciudad, tienen que ver con las comunicaciones: la terminación de los tramos de autovía entre el Tajo y el Guadiana, el inicio de las obras de la autovía de Trujillo y la confirmación, por fin, de la autovía entre Badajoz y Cáceres plantean, en un horizonte muy anterior al 2016, un Cáceres como centro geográfico del oeste de la península, equidistante de Madrid, Lisboa, Sevilla y Salamanca y cruce de los ejes de transporte que comunican estas ciudades y sus áreas geográficas; en total, un mercado de cerca de diez millones de habitantes a poco más de dos horas.

Sin que supusiera una competencia al centro logístico internacional previsto en Badajoz, la ubicación en Cáceres de un centro logístico mixto de transporte tendría toda su lógica, pues podría también aprovechar las abandonadas posibilidades de transporte por tren, al cruzarse la futura línea mixta del AVE con la abandonada línea del tren Ruta de la Plata.

Si a la posibilidad antes comentada se le une la posible ubicación de un aeropuerto para líneas de bajo coste, tenemos todos los elementos para planificar, con toda la seriedad que el momento demanda, la posible ubicación de la famosa estación de parada del AVE. Frente a las teorías más al uso de pretender que el AVE llegue hasta el mismo centro de las ciudades, mi opinión es que si esa parada puede servir para facilitar el uso del posible aeropuerto y del, no menos deseable, centro logístico sería a esos dos proyectos a los que debería condicionarse la localización de esa estación.

¿Se imaginan el posible impacto en el uso de ese aeropuerto si un ciudadano de Madrid o Lisboa sabe que a hora y media, sin atascos ni retrasos, dispone de una alternativa económica a Barajas?

Si todo el mundo admite ya que el petróleo será un combustible caro, ¿por qué no pensar en recuperar el transporte por ferrocarril y con él las líneas casi abandonadas?, ¿por qué no pensar en un centro logístico que integrara a la vez los tres sistemas de transporte: carretera, ferrocarril y aviación?, y, finalmente, ¿por qué no pensar en ubicar un centro de esas características en Cáceres? Este sería un bonito proyecto de futuro que, integrado en los proyectos que Cáceres 2016 debe dinamizar, podría aglutinar a todos los cacereños y movilizarlos para salir de la atonía.