Las fuentes públicas fueron hasta bien entrado el siglo XX el principal abastecimiento de agua de Cáceres. José María Morales, en el estudio que realizó sobre el agua en la ciudad, clasifica hasta veinte fuentes, desde las más relevantes, como las de Concejo, que surtió de agua a más de la mitad de la población, o Fuente Fría, hasta otras menores o que ya han desaparecido, como las de la Concordia, Paseo Alto o Burrera.

De Fuente Fría se tienen pocas noticias hasta que a principios del siglo XX se amplió su caudal con la ejecución de un pequeño depósito. Fuente Fría es actualmente la más significativa porque su agua todavía se utiliza. Se da la circunstancia, según recoge Morales en su estudio, que el agua de esta fuente era de una calidad superior a la de todas las demás por su potabilidad. Durante la primera mitad del siglo XX se efectuaron varias obras para garantizar el suministro.

Aguas Vivas y Hinche son otras fuentes destacadas, aunque, a diferencia de lo que pasa con Fuente Fría, no tienen utilidad. Ambas están en la vaguada de la Sierrilla y la primera da nombre al barrio. Cerca de estas dos fuentes se encuentran las de La Madrila y Barba. En la otra parte de Cáceres, en el este y junto a la Ribera del Marco, quedan Concejo, la fuente del Rey y Rocha. El suministro de agua de la mina de la Esmeralda, a finales del XIX, fue el principio del fin del abastecimiento de fuentes públicas.