La ciudad está triste ¿qué tendrá la ciudad? Como la princesa de la sonatina de Rubén Darío, ha perdido la risa. "Es falso", aseguran algunos que ven una estrategia de los rojetes que intentan desprestigiar a la ciudad para despreciar la gestión del PP y su alcaldesa. Ojalá fuera eso. Miro las caras de las personas que encuentro en la calle. Veo a mi amigo Paco y no puedo adivinar su estado de ánimo por el gesto pues lleva la cara tapada por un cartel que reza: "Se vende". Sonia se esconde tras un papelón que dice: "Se traspasa". Inma cuelga de oreja a oreja una invitación: "Se alquila".

Nacho, más generoso, me ofrece una "liquidación por cierre". Ni siquiera Franquete, que goza del don de la ubicuidad, consigue despertar sonrisas en los saraos y festivales. A Enrique se le ha quedado cara de tonto pues así como la princesa perseguía "la libélula vaga de una vaga ilusión" esperando la llegada del "príncipe de Golconda o del rey de las islas de las rosas fragantes o del dueño orgulloso de las islas de Ormuz", él lleva más de diez años esperando el AVE y el que está por llegar es un tren de hace treinta años; se ilusionó con el Corte Inglés y lo que ha abierto es otro "chino"; soñó un centro intermodal y le han puesto una rotonda. Los optimistas piensan que vamos hacia atrás, que incluso su tesoro, la ciudad monumental, se ha convertido en cárcel debido a un conservacionismo riguroso y paleto... Y, si son jóvenes, aseguran que Cáceres se va a morir de aburrimiento. "Calla, calla, princesa, le dice el hada madrina, hacia acá se encamina el caballero-" Otra vez a esperar que desde fuera llegue alguien que nos salve. Un jeque árabe por ejemplo.

Mi amigo, el alternativo, es mucho más drástico. ¿El ocio? Una mierda. ¿El empresariado? Una mierda. ¿Los políticos? Una mierda. ¿Los cacereños? Una mierda. ¿Quieren saber lo que piensan los pesimistas? Que no habrá mierda para todos. "En un vaso, olvidada, se desmaya una flor".