Puede que tenga parquet e hidromasaje en su casa, también amplias cristaleras, garaje espacioso, piscina y hasta un jardín. ¿Pero cuánto gasta en calefacción y agua caliente? ¿Está bien aislado? ¿Cuánto contamina? Aspectos que en España quedaban hasta ahora en segundo plano pasarán a tenerse muy en cuenta, porque cada vivienda (piso, unifamiliar...) que se venda o alquile a partir del 1 de junio deberá disponer del Certificado de Eficiencia Energética, que clasifica los inmuebles de la 'A' a la 'F' dependiendo del consumo de energía y de las emisiones de CO2.

En Cáceres (y de forma generalizada en España), la gran mayoría de las viviendas están en los últimos puestos, incluso las nuevas suelen tener certificación 'E' pese a que incorporan placas fotovoltaicas. Si acaso algunas viviendas pueden estar en la 'D', y muy excepcionalmente en la 'C' cuando se trata de proyectos ejemplarizantes con fondos públicos. De hecho, la 'C' sería la etiqueta deseable para un hogar que ahorra energía y respeta el entorno, sobre todo porque los edificios son ya el tercer factor contaminante del país, con un 20%-30% de las emisiones. Por tanto, a partir del 1 de junio, tendrán que llevarse ante notario tres papeles cuando se venda una vivienda: último recibo del IBI, certificado del administrador de que no existen deudas con la comunidad, y certificado energético, también exigible para alquileres de más de cuatro meses. Deberá presentarlo el vendedor o arrendador, que a su vez lo encargará a un aparejador quien valorará el aislamiento, tipo de calefacción, iluminación, uso de renovables, calidad constructiva, etc... (cuesta unos 400-500 euros). La calificación energética tendrá que incluirse en cualquier anuncio o publicidad de la vivienda.

Manuel Martín, administrador de fincas, está especializado en el tema desde hace años. Entiende que el certificado no solo debe verse como una obligación, sino como un camino hacia el ahorro de energía y por tanto de dinero, porque las deficiencias que en general tienen los pisos no solo dañan al medioambiente, también al bolsillo. Por ejemplo, la falta de un buen aislamiento obliga a gastar más en calefacción y aire acondicionado.

Este profesional realiza una constante labor de concienciación dentro de las comunidades que gestiona. "En pocos meses hemos ahorrado 1.800 euros en un edificio con 158 plazas de garaje, en Cáceres, con solo introducir una iluminación racional", explica. Los inmuebles que administra tienen ya kit de eficiencia energética en los ascensores.

El problema es que las reformas efectivas deben acometerse de forma comunitaria con un gasto elevado, y las ayudas a la rehabilitación de eficiencia energética aprobadas en abril en España llegan como mucho a los 4.000 euros por vivienda. Alemania, por ejemplo, concede créditos a interés muy bajo desde 2002, y según detalla Manuel Martín, por cada euro que invierte recupera cinco (reformas, empleos, cotizaciones, impuestos...). Es decir, allí la certificación ha impulsado a la vez la construcción, la mejora del parque de viviendas, el ahorro energético en los hogares y el respeto al medioambiente. Lo cierto es que Europa se encuentra a años luz y ha multado a España por no desarrollar antes esta directiva.