Era martes. Hacía un calor sofocante y el cuerpo pedía un paseo al atardecer. Decidí acercarme a la Filmoteca de Extremadura, donde estrenaban el documental Pasar la Raya/Pasar a Raia de Alberto Durán con la colaboración del profesor Eusebio Medina.

Paseo canicular y símbolos por aquí y por allá que ayudan a entender la ciudad feliz . Primer síntoma: un cartel en un bar anuncia el trofeo de fútbol Sagrada Cena-Señor de la Eucaristía. Lo ves de pasada y no te llama la atención. Lo piensas un poco y sorprende. No sé de ninguna ciudad donde se celebre un trofeo deportivo con ese nombre. Y lo digo con todos los respetos y alabando el trabajo de esta cofradía incansable, pero es un trofeo que impone: lo lees y parece como si tuvieras que jugar de rodillas.

La derecha viajera

Sigo mi camino y reparo en un segundo cartel. Convoca a una manifestación en Madrid en defensa de la familia. Desde luego, la derecha cacereña de toda la vida no para con Zapatero en la Moncloa: todo el día de viaje. La semana pasada, a Madrid a protestar contra el gobierno por su política antiterrorista. Este sábado, a Salamanca, después, a Cibeles a protestar contra el gobierno por su política familiar. ¿Cuál será el motivo de la siguiente excursión: la droga, la inmigración, la unidad de España?

La Filmoteca de Extremadura está en una calle de nombre precioso: Rincón de la Monja. El ayuntamiento acaba de reformarla, los vecinos no están muy de acuerdo con los arreglos (o desarreglos) y han llenado ventanas, paredes y balcones de pancartas de protesta. Incluso han colgado unas escaleras de colores formando un collage artístico en una pared.

Lo más grave de la reforma es que han convertido una rampa más o menos cómoda en una sucesión de escaleras que impiden el paso de carricoches, carritos de la compra o sillas de ruedas y pueden acabar con el resuello de los vecinos que no hagan alpinismo. Pero a los ciudadanos no nos importa. Yo mismo he pasado por allí tras la reforma y me he quedado indiferente.

Sin embargo, el martes fue distinto. En la parte superior de la calle, un joven en silla de ruedas contemplaba el panorama con incredulidad: estaba literalmente inmovilizado. Lo observé mientras subía las escaleras y me di cuenta de cuán insensibles somos el alcalde, los concejales, los ciudadanos en general y un servidor, que si no hubiera visto al joven atrapado en lo alto de las escaleras no hubiera reparado en la barbaridad del Rincón de la Monja.

Me acomodé por fin en el antiguo comedor del colegio menor Luisa de Carvajal, hoy sala de proyecciones de la Filmoteca. El documental Pasar la Raya es un trabajo detallado y preciso de la historia del contrabando en la frontera luso-extremeña. ¿Anécdotas divertidas? La aparición de un señor extremeño que hacía contrabando de monos y de serpientes. Otro transportaba Cristos y santos antiguos. Los había que se ganaban la vida pasando sacos con cerdos. En fin, muy entretenido e interesante.

Acabada la proyección, bajé hacia la plaza y me encontré con dos conocidos restauradores cacereños. Charlando charlando, les dio el punto crítico y centraron sus dardos en el cordero. Me contaron que en la ciudad feliz es difícil conseguir corderos lechales de verdad. Corderex sólo les facilita corderos demasiado grandes, de 12 kilos, y han de comprar los corderitos en Segovia. Resulta bastante paradójico que en la tierra del cordero haya que ir a comprarlos a Castilla.

Y ya sin salir del mundo de la hostelería, una noticia feliz para una ciudad que no lo es menos. Hoy sábado, César Ráez, del restaurante Torre de Sande, casará a Rafael Arnaiz del mesón San Juan. En realidad, lo casará el alcalde. César sólo servirá el banquete. Como ven, un paseo vespertino por la ciudad feliz da para mucho.