Que unos funcionarios y amigos de un cargo que acaba su gestión se reúnan para cenar con él y reconocerle sus servicios no debe extrañar. Suele suceder. Pero el caso de la cena de respaldo a Emilia Guijarro tiene otras connotaciones. Porque el cese de Emilia en la Dirección Provincial de Educación ha sido ejecutado con trompetería y agosticidad. La Junta publicó una nota para explicarlo que resulta cuando menos innecesaria, inusual, extemporánea y de una dureza inaudita.

Es innecesaria porque ni los nombramientos ni los ceses de libre designación y de confianza necesitan ser justificados ni explicados. Es inusual porque nunca antes se había hecho público ningún por qué. Es extemporánea ya que las razones que se aducen debieron conducir a anular su actuación de inmediato y en su caso a cesarla al instante. Es de una dureza extraordinaria que parece dirigida a molestar. Precisamente estos son los argumentos que llevan a algunos a considerar que son razones políticas y no técnicas las que explican el cese y sus consiguientes aditamentos. Esas mismas razones políticas condujeron a otros a esperar el cese inmediatamente después de la asamblea local en la que consiguió la secretaría y por ello lo consideran tardío.

No debe extrañar pues que la cena se haya interpretado como un acto de demostración del poder que atesora determinado grupúsculo de militantes socialistas y por ello haya tenido el honor de sufrir dos recuentos. Unos para poner de manifiesto el número y la importancia de los asistentes, desde el presidente de la Asamblea al alcalde de Arroyo pasando por sindicatos, agrupación local, consejera y senadora. Otros para hacer hincapié en la escasa asistencia, ya cantada, a pesar del humo que desprendieron los teléfonos y contabilizar estómagos agradecidos y algunos obligados por sus cargos.

Pese a que se presentan como alternativa a la manera de gestionar la provincia, la región e incluso la Junta, que es una postura muy legítima más o menos acertada, hay gente para todo como es natural. Los crédulos, los que se juegan el futuro, quienes intentan asirse al último salvavidas, los defenestrados y los despistados. En este litigio la alcaldía de Cáceres es algo más que un símbolo y es de suponer que algo tendrán que hacer al respecto. Ambos colectivos habrán echado cuentas y tendrán calculados sus apoyos. Falta saber si serán suficientes para lanzar un pulso desde la agrupación local y forzar un ´no´ en la asamblea local a la candidata oficial que debería ser retirada o nominada con un escaso porcentaje de votos.

Acaso busquen un pacto (pactos más difíciles de explicar hemos visto) que les conceda alguna cuota de poder, bien en las listas municipales bien en las autonómicas. Porque si no cuentan con los apoyos necesarios todo se quedará en ruido. Y no debe olvidarse que si el cese se interpreta como una demostración de autoridad y un aviso para navegantes el personal se tentará la ropa y meditará su actitud. ¿Optará por mantenerse en su sitio o decidirá reagruparse junto al calorcito del poder?. Ya se sabe que en la oposición hace mucho frío. A veces suele sonar el "sálvese quien pueda". Y generalmente siempre se salva el mismo. En el otro lado se está a la espera y no sería de extrañar algún movimiento en los próximos días.

Para deambular con éxito por la vida política es imprescindible tener ambición y generosas dosis de prudencia. En este caso parece claro que algunos han jugado con una apuesta excesivamente fuerte, que unos han dado más la cara que otros, que alguno ha sabido esconder la mano y que hacer política contra los designios de quien te regala un cargo de confianza, por muchas razones que te asistan, es una temeridad dado el funcionamiento de los partidos y el caciquismo que practican. En fin, ya lo decía Maquiavelo, la Etica no ocupa ninguna línea en el Manual del político.