Mercedes Guardado trajo a Wolf Vostell a Cáceres en 1959. Lo había conocido en Guadalupe y fue en la capital donde contrajeron matrimonio. El máximo exponente internacional del hapenning y el movimiento fluxus se quedó prendado con esta ciudad en la que realizó sus primeras exposiciones individuales en los Salones de Educación y Descanso, junto al Cine Norba, o en la Sala Lux. Aquí vendió sus primeras obras, se publicaron los primeros reportajes sobre su arte y se promovió en Malpartida la apertuna del Centro Creativo al que, curiosidades de la vida, Vostell regaló una cámara de video cuando aquí nunca habíamos visto ese aparato que ya hacía furor en las nuevas formas de expresión que se abrían paso en la vanguardia de Centroeuropa.

Este año se celebra el 40 aniversario de la fundación del Museo Vostell Malpartida, una joya de Los Barruecos que atrae a miles de personas hasta este edificio que artísticamente continúa siendo, cuatro décadas después, una de las grandes cunas de la modernidad.

Numerosas actividades se desarrollan estos días a propósito de la efemérides. Una de ellas se inauguró ayer en el Palacio de la Isla de Cáceres. Se trata de una exposición en la que 33 artistas exponen su visión de Vostell y de su esposa. La iniciativa ha partido del Círculo Multiplástico y de Imagynarte, colectivos que se han unido a esta aventura vostelliana a la que ayer tarde se sumó el colectivo Artistas y Obreros del Mundo poniendo en escena su particular Happening Mercedes.

No es el primer happening en torno a Vostell. Ya en 1978, el Colectivo Cacereño integrado por Fernando Carvajal, Valentín Cintas, Juan José Narbón, Ángel González, Emilia G., Luis Casero y Carlos Pazos, participó en la primera Semana de Arte Contemporáneo de Malpartida con el Happening Acción «Yerva sobre el asfalto, asfalto sobre Yerva». Han pasado 40 años y Vostell sigue sorprendiendo. El Palacio de la Isla es desde ayer otra buena muestra de ello.