Ladridos constantes, falta de obediencia, un impulso por morder todo tipo de cosas, tendencia a saltar sobre los dueños u otras personas... Los perros, el animal considerado como el mejor amigo del hombre, necesitan de una buena educación para que la convivencia entre los canes y las personas sea adecuada, evitando problemas de angustia o estrés, tanto para ellos como para sus propietarios.

«Un perro mal enseñado puede provocar ansiedad en su dueño, que lo quiere y no quiere deshacerse de él pero le hace el día a día muy complicado, ya que el animal le ha cogido las vueltas de tal manera al propietario que el que manda es él», apunta el adiestrador canino Javier Talavera, que asegura tener «todos» los cursos de adiestramiento que se ofertan a través de Formación Profesional y acumula alrededor de 15 años de experiencia. Su primer perro lo tuvo con cinco años y con 12 ya adiestró a su mascota. Ahora tiene 30.

Talavera, a diferencia de la mayoría de adiestradores, no sigue un manual. En la actualidad existen dos metodologías principales de adiestramiento: la tradicional y la positiva. La tradicional se basa en los refuerzos negativos (proceso por el que se fortalece una conducta debido a que la consecuencia de dicha conducta es la desaparición o evitación de alguna situación desagradable), mientras que la positiva lo hace, como su propio nombre indica, basándose en los refuerzos positivos o recompensas (proceso que fortalece una conducta debido a que esa conducta particular tiene consecuencias agradables). Sin embargo, Talavera no las sigue al pie de la letra. «Ahora está más de moda el adiestramiento positivo, pero mi forma de adiestrar es un poco particular. Primero veo al perro, analizo lo que necesita y se lo doy. No me guío por una metodología paso a paso, ni por un libro», remarca. «Cada perro es diferente. Puedes encontrarte dos problemas iguales pero nunca con dos perros iguales. Cada animal reacciona de una manera y por eso hay que hacer un entrenamiento individualizado», argumenta.

Cada perro es diferente y existen muchos condicionantes que pueden influir en los comportamientos de los animales: la raza, la alimentación --en menor medida-- y, sobre todo, el trato que reciban de los dueños. En ese sentido, el principal problema radica en las personas, apunta Talavera. «Intentamos humanizar mucho a los perros y es un problema grave. Los dueños se creen o pretenden que el animal piense como un ser humano y no es así. El perro va a pensar siempre que es el fuerte y el que manda, nunca va a pensar, por ejemplo, ‘pobrecito el de al lado mía que tiene poca comida para él’. No. Él piensa ‘yo soy fuerte, puedo comer, pues como todo lo que pueda’. ‘Me llaman y no hago caso tranquilamente porque sé que luego no va a haber represalias’», explica el adiestrador canino.

Aunque la alimentación --en cuanto a calidad-- no resulte determinante --sí en los casos en que la cantidad sea inadecuada por exceso o por defecto--, la raza sí que afecta considerablemente. «La genética influye pero dependiendo siempre del problema. Es decir, hay perros que, por su raza, son más miedosos o más agresivos que otros. En casos de agresividad, un labrador agresivo es más fácil de reconducir que un pit bull, un rottweiler o un presa canario, pero si hablamos de inseguridad, un pit bull cogerá más fácilmente confianza que un border collie», sentencia.

Todo esto puede afectar a la hora de que resulte más laborioso eliminar un tipo de conducta, pero «todo es corregible», remarca Talavera. «Aseguro al 100% que cualquier caso o problema que me traigan se soluciona», defiende este adiestrador que ha educado a perros tras ser abandonados e incluso a algunos con índices de violencia sin parangón. «He corregido la conducta de un perro que había estado siempre en peleas de perros. Me lo trajeron de Madrid rescatado con 7 años, con cicatrices por todo el cuerpo y diciéndome que si no podía educarlo lo entenderían, pero se le educó», defiende.

En ese sentido, Talavera afirma que lo más importante para el adiestramiento está en la persona, no en los libros. «La clave está en no tener miedo. Ir seguro y convencido de que tú eres el que manda. Eso lo nota el animal y por eso no vale cualquiera. Alguien puede hacer 300 cursos, pero si no tiene unas condiciones o una personalidad concreta no va a ser un buen adiestrador. El adiestrador se forma, pero hay que nacer con ello», sostiene.

Educación básica

La metodología de Talavera es ‘de choque’. El adiestrador asegura que para combatir los miedos, por ejemplo, es necesario afrontarlos, pero su forma de adiestrar se basa en los principios básicos. «Si un perro ladra es por algo, si muerde a otros perros es por algo. Pero no existe un método para que pare de ladrar o deje de morder. Es un proceso largo y para corregir conductas siempre hay que empezar por lo básico. Si tu perro no es capaz de hacerte caso en nada, ni en un simple ‘siéntate’, no va a dejar de ladrar», señala. En ese sentido, Talavera siempre trabaja igual. «Primero hay que analizar el problema y sentar una educación básica: ‘quieto, sienta, tumba’. Desde ahí empezamos a trabajar cualquier problema», añade.

Ejemplo de ello es uno de los últimos casos que ha tratado. «Me vino un perro al que el dueño le ponía de comer y se tiraba a morderle, por lo que el propietario tenía que echarle de comer y salir pitando de la habitación. Cuando le di de comer pasó exactamente eso. Entonces le puse la cadena y me lo llevé a mi casa porque era un caso extremo. Lo que hice fue reforzarle la educación para que comiera cuándo y cómo yo le dijera. Lo mantenía quieto, luego tumbado, y le iba echando de comer. Las primeras veces comía de mi mano, después empezó a comer en el suelo y al final ya le echábamos la comida en el cuenco. Pero incluso le cortábamos. Estaba comiendo y le ordenaba parar, entonces paraba y le quitaba el cuenco. Luego se lo volvía a poner y así sucesivamente. Hoy en día el perro come perfectamente», explica.

Sobre los mitos más famosos del mundo canino, como que hay un tiempo para el adiestramiento o un límite de edad, Talavera los desmiente. Niega que se pueda conseguir un adiestramiento en un tiempo fijo para todo tipo de perros y rebate que a cierta edad los canes ya no puedan aprender. «Hay perros que en 10 sesiones se les enseña y otros que ni con 20 han aprendido. Depende de la raza y luego de cada animal. No son máquinas», sentencia.

Ni los perros son máquinas, ni son los responsables de todas sus conductas. «Ningún perro nace con ansiedad por separación, esto siempre es problema del dueño, que lo ha humanizado, siempre ha estado con él, lo besa, le habla como a una persona cuando el animal no entiende y le crea un grado de dependencia que provoca que al animal le entre ansiedad si se queda o se siente solo», explica Talavera.

Los animales, y por extensión los perros, reaccionan ante la seguridad de sus amos. Cualquier conducta es reconducible, asegura Talavera, pero siempre vale más prevenir que curar, por lo que es recomendable trabajar una buena educación basada en la firmeza que consentir a las mascotas. En ese sentido, el perro es el mejor amigo del hombre si está educado, si no puede resultar todo lo contrario.