La Fundación Laboral de la Construcción de Extremadura ha iniciado las mediciones para conocer la acumulación de radón en las viviendas y en distintos centros de uso público (laborales, colegios...). Se trata de un gas radiactivo procedente de la cadena de desintegración del uranio-238, y por tanto natural. No alcanza niveles altos al aire libre y se diluye con rapidez, pero tiende a acumularse en las viviendas, especialmente en suelos permeables y con elevado contenido de radio-226. Una presencia continuada hace que esas partículas se depositen en las vías respiratorias, donde pueden dañar el ADN. La Organización Mundial de la Salud afirma que el radón es la segunda causa de cáncer de pulmón tras el tabaco. En la provincia cacereña tiene una presencia importante, de ahí la necesidad de iniciar mediciones.

El oeste español registra una exposición media a este gas, incluida toda la geografía cacereña. Pero además, el valle del Ambroz, valle del Jerte, Campo Arañuelo, La Vera, Los Ibores, Tajo-Salor y Gata presentan zonas con la exposición más alta del país, junto a Galicia, la sierra de Madrid y el norte de Salamanca. El radón fluye del subsuelo si hay grietas o porosidades, pero no tiene olor, color ni sabor, en definitiva, no se percibe. Por ello, la UE ha aprobado la directiva 2013/59/Euratom, que ha entrado en vigor en España en febrero y obliga a establecer normativas para controlarlo.

MEDIO CENTENAR de análisis / Porque el gas radón puede ponerse a raya con las medidas oportunas. Normalmente basta con airear bien la casa, y en los casos más delicados, la Construcción dispone de soluciones efectivas. Ahora bien, para ello hay que conocer su presencia. Por esta razón, la Fundación Laboral de la Construcción, integrada por las patronales de Cáceres y Badajoz (Fecons y Apdecoba) y los sindicatos UGT y CCOO, ha iniciado una serie de mediciones que llegarán al medio centenar para analizar diferentes espacios, y empezar a determinar la incidencia de este gas en distintas zonas y tipologías de inmuebles.

«Se trata de un estudio prospectivo del radón en edificaciones, que consiste básicamente en colocar unos radiámetros según las indicaciones que marca la norma ISO 11665-8:2012. Lo hacemos a través de un programa financiado por el Organismo Paritario para la Prevención en la Construcción», explica Pedro Pérez Francés, gerente de la Fundación Laboral.

El radón se mide por su número de desintegraciones en el aire y se expresa en becquerelios por metro cúbico (bq/m3). El artículo 74 de la directiva europea 2013/59 pone el acento en los 300 bq/m3. Es la frontera del riesgo, de modo que los estados miembros deben establecer medidas para que los inmuebles no la superen y hacer un seguimiento. Esta directiva también promueve que los edificios de nueva construcción tengan menos de 200 bq/m3 en las dependencias donde viven o trabajan las personas.

Los distintos países suelen establecer estos límites entre 200 y 400 bq/m3, antes incluso eran 600. La OMS lo reduce hasta los 100 por mayor seguridad, pero es cierto que en ese caso muchísimas viviendas tendrían que incorporar medidas adicionales y los estados no lo ven especialmente necesario.

«Estamos comenzando las mediciones y vamos a centrarnos en las zonas donde se presume que puede haber mayor actividad, según el mapa nacional del radón elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear», indica Pedro Pérez Francés. «En los estudios preliminares se dice que el 90% de los edificios del país están por debajo de esa dosis de 300 bq/m3, pero hay un 10% que pueden estar por encima. En Extremadura la incidencia es mayor, el 41% de las viviendas se encuentran en zonas de especial investigación donde debe determinarse si hay niveles altos», subraya Pedro Pérez Francés.

Los análisis se realizarán sobre todo en las estancias de los inmuebles que están habitados, y en especial en los edificios que registran una ocupación continuada. «La norma ISO 11665-8:2012 lo que pretende es evaluar el nivel de radón donde habitualmente están las personas: en un aula, en un bar, en un centro de trabajo, en las zonas de la vivienda donde se hace vida...», detalla el gerente de la Fundación Laboral. «Vamos a dar prioridad a las colectividades (colegios, oficinas, empresas...) y a las personas que soliciten estas mediciones por estar en una zona de exposición alta, según marca el mapa nacional del radón», subraya. Cada análisis requerirá siete días continuados colocando el radiámetro a una altura y en una ubicación determinada. El objetivo es hacer dos mediciones en cada uno de los lugares, puesto que este gas varía de invierno a verano (se concentra más con el frío).

Si en algunos casos se superasen los 300 bq/m3, «daremos una serie de normas que son factibles de llevar a cabo, la primera tan sencilla como ventilar el interior con frecuencia», explica. Cuando la concentración resulte elevada, lo mejor es evitar que el radón entre en la vivienda o el edificio y para ello se puede crear una cámara de ventilación en la parte inferior del inmueble o introducir una membrana que impide el paso de gases, tanto en los nuevos recintos que se vayan a construir como en los ya existentes que puedan reformarse.

En los casos de edificios de uso colectivo que superen los 300 bq/m3, la Fundación Laboral recordará a los responsables que la normativa actual les insta a hacer un seguimiento y a introducir medidas paliativas de mejora.

Cuando se trate de una vivienda tradicional que no se ajuste a los parámetros modernos de la construcción, y por tanto con dificultades para hacer reformas, siempre la primera medida consistirá en airear las estancias (muy sencilla y muy eficaz) y, si no fuera suficiente, instalar un extractor o intercambiadores que renueven el aire y conserven el confort de la casa. Pedro Pérez Francés recuerda que hay que tomar precauciones con las viviendas tradicionales que tienen planta baja o sótano en contacto directo con el suelo, de donde emana el radón, situadas en zona de especial incidencia (pizarras, granitos...), y que suelen tener las ventanas más pequeñas para conservar el confort térmico, por ejemplo en el norte de Cáceres. Pero recuerda que las medidas adecuadas evitan los riesgos e insiste en la necesidad de hacer mediciones. Respecto a estos análisis del interior de los edificios, «en la Fundación Laboral estamos abiertos a las peticiones que nos lleguen», precisa.

OBLIGATORIAS / Las nuevas construcciones sí tendrán que adaptarse a las emanaciones del radón de la zona, si las hubiera, para conseguir mediante barreras constructivas mantenerse por debajo de los 200 bq/m3. Con este fin se actualizará el Documento Básico de Salubridad del Código Técnico de la Edificación. Incluirá una nueva sección, la HS- 6, de protección frente al radón, con medidas efectivas en las futuras edificaciones residenciales (viviendas) y en los centros educativos y hospitales. También deberán aplicarse en las construcciones ya existentes cuando se proyecten reformas sustanciales, cambios de uso o ampliaciones.

«Poco a poco iremos consiguiendo reducir estos niveles de radón en las viviendas y lugares colectivos», afirma el gerente de la Fundación Laboral, sin ánimo de generar alarmas. Pero hay que actuar, lo dice la propia OMS, que estima que entre el 3% y el 14% de los cánceres de pulmón son atribuibles al radón.

Pero no se pueden olvidar dos aspectos. Primero, la naturaleza está compuesta de elementos radiactivos (uranio, torio, radón...) que viven con las personas en el día a día desde hace cientos de miles de años. Segunda, este gas fluye desde el subsuelo solo en ciertas zonas y solo si existen grietas o porosidades en el terreno. En tal caso, por lo general, únicamente alcanza las concentraciones más elevadas en sótanos, garajes, bodegas y espacios en contacto directo con el suelo.