A ella se avanza desde la plaza de Santo Domingo, dejando atrás la plaza Mayor. La de La Concepción, denominada así por el ya desaparecido Convento de la Limpia y Pura Concepción, destaca, sin duda, por sus dos edificios situados en la unión de la misma con la calle General Ezponda: el Palacio de Galarza y el del Marqués de Camarena. Y hacia el sur el Palacio de la Isla, que fue construido sobre la Ermita de la Cruz, y ésta a su vez sobre la Sinagoga. En su entorno las calles Paneras, Cruz y Ríos Verdes, que conformaron en su conjunto la Judería Nueva. A su alrededor, las calles Barrionuevo, Zurbarán o Margallo que representan el ensanche de la ciudad, calles largas, con casas de finales del siglo XIX y XX que confluyen hacia la Plaza de Argel...

Historia viva de Cáceres la de esta recoleta plaza de la Concepción. El vocablo callejero más reciente lanza bravos al asegurar que ha pasado de ser "yonquilandia" (sin duda, calificativo despectivo y penoso por lo que desgraciadamente debió evitarse, porque visualiza la tragedia de todas esas víctimas de nuestra supuesta sociedad del bienestar) a convertirse en un área con encanto, costumbrista y castiza, algo así como la plaza del Diamante del barrio de Gracia de Barcelona datada en 1860.

Ahora La Concepción es un lugar con un parque infantil al que acuden papás con sus hijos, un lugar donde Mané ha abierto Amasamadre, una panadería que vende el mejor pan de centeno de Cáceres, y Oswaldo corta con dulce acento el pelo de decenas de cabelleras. En ella, el Nuevo Rialto, heredero de aquel Rialto de Juan Bencerro, que sigue en la memoria colectiva de muchos cacereños que aún recuerdan en el paladar la sepia o las mollejas que hicieron del local un punto ineludible en una cita con el tapeo.

Y muy cerca, el 19 Días (nombre JoaquínSabinero donde los haya), que lleva Paco Gregory, elegido presidente de la nueva Asociación de Amigos de la Plaza de la Concepción, compuesta por bares y establecimientos de un entorno que trabaja a diario para convertirse en centro de referencia de turismo y ocio de la capital. Camino a ello van, y con mucho éxito porque La Concepción es ya uno de los mejores lugares para vivir. Cáceres ha sabido dar respuesta a una vieja aspiración de la ciudad desde 1862, integrar el jardín en una plaza para que se hiciera realmente transitable. La reforma de este espacio, auspiciado por el proyecto del 2016, ha dado sus frutos, y de qué manera. Y si no, vayan ustedes a Los Quereles, un restaurante del número 10, de estética alternativa, decoración minimalista, ejemplo de la cocina fusión; o al Casa Mijhaeli, con sus tres salones diferenciados y decorados en diferentes colores, que destaca por su cocina sana, casera, nutritiva y natural. Cocina del mundo a su alcance en la selección de platos de una carta que no defrauda, que incluye algunos platos vegetarianos y entre ellos, los veganos. ¿Qué más se puede pedir?

Los de toda la vida

Alrededor no faltan el Poppy, de toda la vida, el Bar de los Pájaros, también de toda la vida y, cómo no, La Conce, que desde el pasado mes de julio, coincidiendo con San Fermín, dirige Jesús Campuzano. La Conce, que popularizó Javier Arroyo, que también llevaron el artista plástico Toni Barroso y el informático Pedro Lucia, Felisa o Antonio Sevillano, está ahora en manos de Campuzano, que además regenta un apartamento turístico en la plaza (inimaginable pero cierta su piscina). El Bar de La Conce es una buena propuesta donde no faltan músicas de los 80 y 90 y una terraza idónea para el buen tiempo que ya toca a la puerta.

Y es que La Conce hace crecer la buena leyenda de Cáceres y sus bares. Quién no recuerda, por ejemplo, El Comunista y El Escudo de Oro con sus pistolas en Pizarro. Bares famosos fueron El Cacharrín (estaba en la cuesta del Gran Teatro y el dueño tocaba la guitarra de morirse), y el Luciano, (luego fue Galvao), con la señora María, que era una gran cocinera (su hijo Luli fue camarero del Gran Café). La señora María era famosa por la prueba de cerdo, tan famosa que popularizó en Cáceres este dicho: "Después de la prueba de Luciano, la de anca Puta Parió de Jarandilla".

A la ruta cacereña de los bares bien podría sumarse La ruta de los elefantes, llamada así por las trompas que podías agarrarte si hacías el recorrido por El Lázaro, el Suizo (que estaba debajo de la casa de Fernando Carvajal), el Nidos y La Chicha. La Granja, El Maleno, La Cueva, el Virgilio, Los Barros, El Gironés y tantos otros que dieron vida a esta ciudad donde la Conce, para regusto de todos, ha vuelto a recuperar al fin su purismo.