La adjudicación de la gestión del Agua ha visto la luz después de la inoperancia ejecutiva de Carmen Heras durante toda una legislatura. No es el mejor de los concursos, no es la mejor de las salidas, pero es la única solución a un cúmulo de chapuzas e improvisaciones que ha tenido que arreglar la nueva corporación municipal.

Algunos se vanaglorian y dicen que "por fin hay agua y dinero en Cáceres". Nada más lejos de la realidad. Lo que ha dejado tras de sí el anterior gobierno del PSOE es una maraña jurídico legal de primera magnitud, de la que todavía faltan por conocer varios capítulos, muchas deudas en los bancos y la obligatoriedad de modificar las tasas municipales del agua, que ahora deberemos pagar los ciudadanos. Todo por culpa de las prisas, la falta de miras y el cortoplacismo del anterior ejecutivo.

No es de recibo que unos gobernantes responsables soliciten un préstamo en base a una adjudicación que no existe, haciendo bueno el refrán de la piel del oso. No es de recibo que se obligue a los cacereños a pagar unos intereses diarios de 2.000 euros, sin saber cuándo y cómo se podría devolver. No es de recibo que se hipoteque el futuro de las cuentas públicas, todo por una visión cortoplacista de conseguir dinero rápido para seguir malgastando, sin medir las consecuencias.

Pero los tiempos han cambiado y también la forma de hacer las cosas. La administración debe ser un ejemplo de responsabilidad con el dinero que es de todos. El erario público no es algo inmaterial que cae del cielo, es lo que cada cacereño aporta en las medida de sus posibilidades. Se tiene que emplear con rigor y con más cuidado que si fuera propio.

Para eso nos eligen los ciudadanos, algo que menosprecia el PSOE cuando es capaz de decir que lo único que ha hecho el actual gobierno popular es ganar unas elecciones "y poco más". Las elecciones son el sistema que tenemos de representación y, de manera mayoritaria, los ciudadanos decidieron que se cambiara la forma de trabajar y hacer las cosas, algo que todavía algunos no han entendido y siguen frotándose los ojos, lo que les impide ver la realidad de las cosas.

El empeño de este gobierno es el de arreglar las maltrechas cuentas de la ciudad, generar las condiciones necesarias para el desarrollo de Cáceres y devolver la ilusión por un futuro mejor y nuevos proyectos que impulsen nuestra ciudad.