La gente ha fumado más tabaco legal durante el confinamiento. Lo confirman los estancos cacereños, que han registrado un aumento de las ventas de ciertos productos (picadura para liar, marcas con mayor nivel de falsificación en el mercado negro…) durante el Estado de Alarma. La dificultad del reparto del tabaco ilícito cuando todo el país estaba encerrado en casa, ha hecho que la gran mayoría de los fumadores haya tenido que recurrir a los estancos, que se han mantenido abiertos como servicios indispensables.

«Ahora comenzamos a percibir de nuevo un ligero descenso en las ventas, posiblemente porque las actividades clandestinas de envasado y reparto han vuelto a poner en marcha. Otra vez vienen los compradores que se lleva solo los tubos vacíos para rellenar los cigarrillos», explica Jesús Bernal, portavoz de la Asociación de Estanqueros de Cáceres, expresidente de la misma y exmiembro de la ejecutiva nacional.

FUERTE CAÍDA

En cualquier caso, el ‘boom’ del tabaco ilícito se ha desinflado en los últimos años. Antes del covid, aproximadamente el 8% tenía origen clandestino, pero llegó a rondar el 50% en 2014. Dos razones han contribuido a esta bajada. Primera, las continuas aprehensiones de la Guardia Civil en Cáceres, de donde sale la gran mayoría del tabaco ilegal en picadura u hoja, ya que en la provincia se asientan el 97% de los cultivos del país. Los estanqueros reconocen que las intervenciones se suceden y se muestran agradecidos, «porque sabemos que la Guardia Civil trabaja muchas veces por encima de sus recursos», destaca el portavoz del sector. En 2017 se incautaron de 250 toneladas de hojas de tabaco en una sola operación en el norte cacereño, la mayor cifra registrada en Europa. Hubieran alcanzado un valor en el mercado de 40 millones.

Pesticidas e insecticidas

La segunda razón de descenso del contrabando es que los fumadores han comenzado a percibir el daño que ocasionan estos productos sin tratar. «Todos sabemos que el tabaco nunca es bueno, pero la picadura que se vende de forma clandestina lleva además todos los insecticidas, pesticidas y demás tratamientos que recibe el cultivo desde que se siembra hasta que se recoge. Recuerdo las fotos de una de las grandes aprensiones en la zona de Navalmoral, con el tabaco en el suelo de un almacén entre excrementos de ratones y ratas. Reitero que el tabaco nunca es bueno, pero algunas personas que han fumado productos de contrabando nos cuentan que lo han dejado al sentir mayor malestar», relata Jesús Bernal.

¿Y entonces por qué sigue funcionando el mercado negro? Porque el tabaco es un hábito que mucha gente necesita a diario, y la venta ilegal les permite ahorrarse un buen pellizco de dinero. Las cajetillas cuestan en un estanco entre 4 y 5 €. El tabaco legal de picadura también se adquiere en estos establecimientos por unos 5 € la bolsa de 30 gramos, con la que el fumador puede sacar más de paquete y medio de cigarrillos. Pero la mercancía ilegal se compra por internet o a distribuidores locales por 15 €/kilo. En la pasada crisis, esta diferencia fue la que disparó el mercado negro, que no obstante se ha reducido a la quinta parte en los últimos años.

Ese tabaco clandestino sale mayoritariamente de los excedentes que las explotaciones no son capaces de vender a las compañías tabaqueras por los cauces legales, y de parcelas sin declarar. Pero ojo, que la inmensa mayoría de los agricultores no realizan estas prácticas y además están en contra, «ya que supone tirar piedras contra su propio tejado, porque el contrabando quita margen al tabaco legal. De hecho, últimamente viene aumentando la venta de picadura en los estancos», revela Jesús Bernal. En total, Cáceres vendió 4,8 millones de unidades de tabaco de marzo de 2019 a marzo de 2020, un 3,5% más que el periodo anterior.

Además, el contrabando supone una competencia desleal e ilegítima contra los 213 estancos de la provincia cacereña, que deben asumir mes a mes los gastos de Seguridad Social, seguros, alquileres y por supuesto la comisión marcada por ley. Sin olvidar el extraordinario fraude a la Hacienda Pública, que grava un 80% del precio de los cigarrillos en impuestos.