La residencia de discapacitados que los hermanos franciscanos de la Cruz Blanca tienen en Cáceres está sufriendo los reveses de la crisis. Las ayudas han descendido y no es fácil cubrir todas las necesidades con el dinero disponible. Los ajustes se imponen para poder atender a los 28 acogidos, todos con un alto grado de discapacidad, porque el objetivo de religiosos y trabajadores es que nunca vean mermada la calidad de su asistencia. Sin embargo, la casa afronta ahora un problema extra que se traduce en un número imposible: 80.000 euros. Si no se consigue ese dinero, la residencia no cumplirá la normativa y su futuro se verá comprometido. Para estos chavales no hay otros centros.

La Cruz Blanca ocupa un antiguo caserón de la calle Mangas, en el casco histórico. Se llama Casa Familiar Virgen de la Montaña, un auténtico hogar para los acogidos, donde pasan todo el año y disponen de los medios que necesitan. Allí llevan desde 1989, pero la casona, por sus características, no cumple con los requisitos que la comunidad autónoma exige a los centros asistenciales. Ya han recibido un aviso firme, y están preocupados.

"No podemos acogernos a ninguna subvención para reformas, se han eliminado en todas las autonomías, incluso las de supresión de barreras arquitectónicas", lamenta el hermano Braulio, director de la casa. De momento la congregación ha comenzado las obras con el poco dinero que tiene, procedente del aguinaldo de Caja Extremadura, de una ayuda del BBVA y de donaciones particulares. Pero faltan 80.000 euros para completar todas las reformas obligadas

AL DETALLE Hay una serie de requerimientos que la Junta exige sí o sí en la casa. Primero, la adaptación de los dormitorios, que ahora tienen entre 6 y 8 camas, y deben quedar reducidas a dos por habitación. El centro dispone de espacio suficiente, pero esto obliga a dividir las estancias para lograr seis cuartos más (nuevos o reformados), con el consiguiente coste. De momento ya se ha creado uno eliminando la sala de estar de los hermanos, y ahora se acomete el segundo.

Al ser una casa antigua, se suman otros problemas a la hora de habilitar estos dormitorios. Por ejemplo, los azulejos de las paredes ya no se fabrican y hay que poner otro material. Es preciso instalar puertas nuevas, sustituir la instalación eléctrica y cambiar de lugar los radiadores. "Lo ideal sería aprovechar la obra para hacer una renovación, pero no tenemos dinero, por eso quedaremos el solado, que está antiguo y oscuro, el techo y las ventanas, que nos gustaría sustituir por elementos más aislantes. Eso sí, todos los cuartos tienen que quedar dignos para los chicos, somos los primeros que así lo queremos", explica el hermano Braulio,

Hay que eliminar también las barreras arquitectónicas, puesto que algunas habitaciones tienen un escalón. En cuanto al pasillo, debe colocarse un pasamanos y renovarse toda la instalación eléctrica. "Es muy antigua, hay fluorescentes y los cables necesitan una mejora, además de otras exigencias convenientes", detalla. A ello se suma la necesidad de reformar dos cuartos de baños y crear dos nuevos (en total cuatro), por supuesto adaptados a personas con discapacidad.

En resumen, las obras afectan a toda la planta segunda y a parte de la primera, donde se ha adaptado otra sala para trasladar la enfermería. Cabe recordar que en el casco histórico las reformas son más costosas, por ejemplo a la hora de sacar los escombros. Además, se han eliminado los parterres del patio y se restituirá el pavimento para quedar un espacio diáfano donde los residentes puedan realizar actividades. Esa obra la está acometiendo la familia del hermano Braulio para ahorrar costes.

"Intentamos aprovechar todo lo que se puede: materiales, puertas, muebles... Cada arreglo que se está haciendo, sin excepción, es para mejorar la calidad de vida de los chicos", afirma el religioso. La congregación seguirá las obras mientras haya dinero para irlas pagando mensualmente, y las parará cuando no pueda, a la espera de retomarlas lo antes posible. Por ahora se han hecho dos habitaciones, la reforma eléctrica (a medias) y el patio (también a medias). El resto sigue pendiente.

ES SU HOGAR Los hermanos no cejan en su empeño porque saben que los acogidos, con cuadros graves de discapacidad y pocos recursos, no tienen a dónde ir, salvo los psiquiátricos... De hecho, fueron ellos los que crearon esta casa al comprobar que los jóvenes que salían de Proa con 18 años carecían de un centro que les atendiera. Algunos de aquellos niños no conocen otro hogar, y todos pasarán allí el resto de su vida. El más joven tiene 28 años, y el mayor 66.

El centro necesita más de 30.000 euros mensuales para subsistir porque requiere una veintena de trabajadores entre personal técnico, limpieza, cocina y auxiliares. Aun así andan muy justos de plantilla, algunos con media jornada, y los cuatro hermanos de la congregación hacen los posible por cubrir los servicios, incluso las vacaciones del resto. También hay voluntarios que prestan ayuda. La Junta sufraga los gastos de personal y los diarios, y a ese dinero se suma el 75% de las pensiones de cada residente, aunque la gran mayoría no llega a los 500 euros (la plaza tendría un coste real de 1.600 euros al mes). En la casa los gastos son altos: luz, agua, comida... "Hay que hacer muchos números", confiesa el director.

Tampoco se pueden reducir otras costes como el material para los talleres (psicomotricidad, fisioterapia...). "Con los chicos hay que ser constantes, si no pierden facultades", explica el director. Y las actividades de integración no deben resentirse, para darles una vida lo más normalizada posible. "Siempre estamos preparando algo aunque sea de forma sencilla: Navidad, Semana Santa, Womad, ahora Carnaval...", explica Paz Boticario, trabajadora social.

COMO AYUDAR El personal de la casa ha sacado tiempo de debajo de las piedras y ha comenzado a moverse para lograr ingresos que puedan ir financiando las obras. La idea es organizar representaciones y conciertos solidarios. La próxima cita, el 1 de febrero en la sala Capitol (20.00 h.), con la comedia Vamos a contar mentiras . Las entradas, a 5 euros, se destinan a la Cruz Blanca.

Asimismo, el 11 de abril se representará en el Gran Teatro la última obra de Cambaluz, el grupo vinculado al Ateneo. De cada entrada se entregará 1 euro a la casa de acogida. También el 19 de abril la sala Capitol será escenario de una noche flamenca con la familia Cantero, Raquel Palma y artistas por concretar.

Mientras se amplía la agenda, otros colectivos y entidades cacereñas preparan citas para obtener dinero con destino a la Cruz Blanca. Por ejemplo, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad y la Asociación del Comercio de Cáceres (Aeca) han vuelto a poner entradas a 2 euros para el partido del 27 de enero, con el fin de recabar fondos. También el colegio Licenciados celebrará el viernes unas migas solidarias con este fin.

Además, los propios residentes volverán a poner un mercadillo en el Womad con sus trabajos artesanales. De hecho, Paz Boticario recuerda que realizan este tipo de tareas por encargo para eventos, bodas, comuniones... "Hemos hecho de todo, desde broches con la imagen de los novios a cualquier otra petición. Ahora estamos diseñando unos detalles muy bonitos que nos ha solicitado una parroquia, conmemorativos de la Madre Teresa", indica.

Estos cometidos permiten a los residentes trabajar la psicomotricidad fina, muy importante. En otros centros, los discapacitados realizan incluso tareas sencillas (envasado...) para empresas que pagan por ello, siempre que les beneficie en su desarrollo.

Existe además una cuenta en Caja España-Caja Duero a nombre de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, donde pueden donarse ayudas. "Es un centro muy necesario, si tuviésemos 50 plazas, estarían llenas, por desgracia hay una lista de espera muy larga", revelan lo hermanos de la congregación, que ruegan al cielo sin parar de trabajar.