La Casa Familiar Virgen de la Montaña, sede de la Hermandad de Franciscanos de la Cruz Blanca, se ha quedado pequeña para los residentes que la ocupan actualmente. Situada en la calle Mangas, en el corazón de la parte antigua, no goza de la accesibilidad ni el espacio necesarios para sus habitantes. Es por ello que la organización pide colaboración para poder trasladarse al edificio que la Junta de Extremadura les cedió en 2013 en la calle Reyes Huertas.

Los hermanos de la orden, coordinados con la dirección y el resto de trabajadores, se encargan también de las tareas cotidianas de la casa y pasan tiempo con los residentes. Para ellos «los hermanos somos su familia, ven en nosotros la figura del abuelo», ya que les acompañan las 24 horas del día. Se trata en total de 32 residentes, todos varones, de entre 18 y 65 años y que sufren enfermedades mentales de diferente tipología. En el edificio actual, a pesar de estar recientemente reformado, muchos de ellos encuentran serias dificultades incluso a la hora de salir a dar un paseo o cuando vienen a atenderles los servicios médicos debido al empedrado y a la estrechez de la calle.

Manuel Ortiz Ceballos, conocido como el hermano Manolo, destaca la solidaridad y estrecha colaboración que la administración les ha ofrecido desde los inicios de la orden, ya que las autoridades son conscientes de la importante labor que la Cruz Blanca realiza en la sociedad cacereña. A pesar de las limitaciones que el propio ayuntamiento tiene respecto al presupuesto que puede destinar, están muy contentos por las ayudas que les están concediendo, como la cesión del espacio de Reyes Huertas.

El futuro centro tendrá capacidad para unos 50 residentes y estará formado por dos edificios, uno de nueva construcción y otro que se corresponde con la antigua sede de Bienestar Social, un edificio emblemático de la ciudad que deberá ser íntegramente rehabilitado. «La administración no nos ha podido dar la cantidad suficiente para reformarlo. Estamos pendientes del IRPF que las autonomías tienen que dividir», comenta el hermano Manolo. Se prevé que el coste total de la obra sea de unos 3 millones de euros, cifra que, por sí sola, la Cruz Blanca no puede afrontar.

Ya han recibido ayuda de otras asociaciones, como la Fundación Valhondo o la organización de los rotarios de Cáceres, aunque de momento no ha sido suficiente para ejecutar la reforma y el traslado. Para ello «hay que ponerse manos a la obra y tiene que juntarse toda la administración, tenemos que ir de la mano del ayuntamiento y de la Junta de Extremadura, que están muy pendientes, las obras sociales de los bancos están siendo un poco escasas ahora, y también son importantes las empresas privadas y los ciudadanos que quieran contribuir». El objetivo es adaptar la nueva sede a las normativas vigentes en materia de accesibilidad y espacio para los residentes, para que vean aumentada su calidad de vida.

El traslado a la nueva sede, además de una mayor capacidad de residentes, vendría acompañado de nuevos proyectos entre los que destaca la aceptación de mujeres, un colectivo que de momento no tiene sitio en el centro. En la actualidad todos los residentes son varones debido a la incapacidad actual para construir espacios divididos por sexos. Otro de los posibles nuevos proyectos es el establecimiento de algunos pisos tutelados para chicos jóvenes que a menudo ingresan en prisión como último recurso para tener un lugar donde comer y dormir. Por otra parte, los hermanos tienen la intención de establecer un centro de día o un servicio para los discapacitados que solo necesiten pasar algunas horas en el centro.

A pesar de las dificultades que están teniendo para conseguir el dinero necesario para llevar a cabo la remodelación, desde la organización se muestran prudentes pero optimistas, y establecen que en un plazo máximo de tres años podrán haberse trasladado al edificio de Reyes Huertas.